Saint Ralph (2005)

“Saint Ralph” no es una película para consumir de manera superficial. Es una obra maestra de la sutileza, un drama adolescente que, paradójicamente, utiliza el humor y el absurdo para explorar temas profundos como la fe, la desesperación y la responsabilidad. Dirigida con maestría por Jake Kasdan, la película se sitúa en la tranquila Hamilton, Ontario, de 1954, un enclave de relativa calma que contrasta fuertemente con el torbellino emocional que se desata a medida que Ralph, interpretado con una vulnerabilidad palpable por Adam Butcher, se enfrenta a un objetivo casi imposible: completar la Maratón de Boston y, a su manera, salvar a su madre del coma.

La belleza de “Saint Ralph” reside en su retrato de la inocencia y la obstinación. Ralph no es un héroe tradicional. Su desesperación, alimentada por una profunda carga emocional, le lleva a una acción que, a primera vista, parece un acto de ingenuidad. Sin embargo, Kasdan no juzga a su protagonista. Más bien, nos permite presenciar su determinación, su necesidad ineludible de hacer algo, cualquier cosa, para cambiar su situación. La película se vale de un tono ambivalente, mezclando momentos de comedia ligera con segmentos de intensa melancolía, creando un ritmo que mantiene al espectador constantemente comprometido.

Campbell Scott como el Padre Hibbert ofrece una actuación particularmente brillante. Su personaje, un sacerdote joven y escéptico, es a la vez exasperante y conmovedor. Su renuencia inicial a ayudar a Ralph, basada en la observación del potencial de decepción que el chico representa, evoluciona a una inesperada y profunda conexión. La química entre Scott y Butcher es uno de los pilares del éxito de la película. Además, la interpretación de Gordon Pinsent, como el director de la escuela, aporta un toque de sarcasmo y humanidad al colegio católico que sirve como telón de fondo de la historia.

El guion, escrito por Jake Kasdan y la pareja Aaronவதால் y Justin Zackham, es sutilmente complejo. No busca soluciones fáciles ni finales felices tradicionales. En cambio, se centra en la complejidad de la fe, la naturaleza de la esperanza y las consecuencias de nuestras acciones. La dirección es impecable, utilizando la atmósfera de la época y la belleza natural de Ontario para realzar el impacto emocional de la historia. La banda sonora, discreta pero efectiva, complementa perfectamente las imágenes y la narrativa. “Saint Ralph” es una película que te deja pensando mucho después de que se acaben los créditos.

Nota: 8/10