Salt (2010)

“Salt” de Phillip Noyce es, en su esencia, una película de acción frenética que explora las consecuencias de una lealtad cuestionada. Angelina Jolie, en un papel que demandaba una presencia física y emocional considerable, entrega una actuación que, si bien carece de profundidad psicológica, es innegablemente cautivadora. Jolie no se limita a ser una heroína implacable; intenta, con cierto éxito, comunicar la desesperación y el miedo que la consumen, atrapada en una red de mentiras y sospechas. Su transformación física, pasando de agente de la CIA a fugitiva, es impresionante y contribuye a generar una sensación constante de tensión. Sin embargo, la película, a pesar de los esfuerzos de Jolie, se siente a veces como un ejercicio de acción estilizada que sacrifica la sutileza en favor del espectáculo.

La dirección de Noyce es competente, utilizando la fotografía y el montaje para crear un ritmo acelerado y mantener al espectador en vilo. La película se mueve a menudo entre escenarios internacionales – de la bulliciosa Nueva York a las frías tundras de Noruega – generando un ambiente de intriga y peligro. El uso de la música, por otro lado, es algo discreto, sirviendo principalmente para intensificar los momentos de acción. No obstante, el guion es, sin duda, el punto más débil de la película. Si bien la premisa – una agente secreta acusada falsamente de ser una espía – es atractiva, la trama se complica rápidamente en un laberinto de giros inesperados que, en última instancia, se sienten forzados y poco creíbles. La resolución final, en particular, resulta algo decepcionante, basada en un final de rodillo que parece sacado de un videojuego.

La película, en gran medida, se basa en la tensión dramática y el suspense, pero carece de una exploración realmente satisfactoria de las motivaciones de los personajes. Las motivaciones de la CIA, los motivos del desertor (Chiwetel Ejiofor, aunque ligeramente subutilizado) y los propios secretos de Salt se revelan de manera superficial, evitando profundizar en las implicaciones morales de la situación. El guion se centra más en las persecuciones de acción que en el desarrollo de la relación entre Salt y el agente del FBI (Peter Sarsgaard), lo que resulta en personajes secundarios menos memorables. Aunque la película ofrece momentos de intensidad y adrenalina, la falta de sustancia subyacente la deja con una sensación de vacío al final. “Salt” es, en definitiva, una película entretenida pero olvidable, un producto de acción pulido que no logra alcanzar su máximo potencial.

Nota:** 6/10