Salvaje Kid (1987)

“Salvaje Kid” no es simplemente un western, es un retrato visceral de la supervivencia, la pérdida y la búsqueda implacable de la justicia. Dirigida con una intensidad que pocas películas de este género alcanzan, la película se adentra en las profundidades del trauma y la rabia, tejiendo una historia que, aunque familiar en sus elementos básicos, la distingue por su atmósfera densa y su enfoque en la psicología de sus personajes.

La dirección de Matthew Vaughn es magistral. No se limita a recrear imágenes icónicas del género, sino que las utiliza como un lienzo para explorar la mente de un niño marcado por la tragedia. La fotografía de Linus Sandgren, con su paleta de colores desaturados y un uso inteligente de la luz y la sombra, contribuye a la sensación de aislamiento y peligro constante. Particularmente efectiva es la dirección de acción, que se basa en secuencias frenéticas pero siempre con un componente de realismo brutal. No se trata de explosiones gratuitas, sino de enfrentamientos tensos y coreografiados con un aspecto crudo y físico que recuerda a las películas de John Woo pero con un toque distintivo.

Austin Butler, en un papel que podría haber sido un mero truco de marketing, demuestra una entrega monumental. Su interpretación del Salvaje Kid es asombrosa. Butler no solo domina el físico del personaje, con una agilidad y ferocidad impresionantes, sino que también logra transmitir la vulnerabilidad y el dolor profundo de un niño que ha perdido todo. La relación entre el Salvaje Kid y Leah (Jaime Lee Curtis, que ofrece una actuación sorprendente y llena de matices) es el corazón de la película y Butler consigue comunicar la evolución de esa conexión, pasando de la desconfianza inicial a un profundo afecto. Curtis, en cambio, evita el cliché de la "vieja sabia" y ofrece una figura maternal compleja, a veces exasperante, pero siempre con un núcleo de compasión.

El guion, coescrito por Matthew Vaughn y Kelly Koval, es donde la película realmente brilla. Si bien la premisa central es simple, se desarrolla con una profundidad sorprendente. La película se toma su tiempo para desarrollar a los personajes secundarios, dotándolos de complejidad y motivaciones propias. La trama, aunque no exenta de algunos clichés del género, se sustenta en una sólida construcción narrativa y en un ritmo que mantiene al espectador enganchado de principio a fin. La historia de venganza, aunque central, no se presenta como un acto de venganza simplista, sino como el resultado inevitable de un trauma persistente y una búsqueda desesperada de sentido.

“Salvaje Kid” no es una película para todos los gustos. Su tono oscuro, su violencia explícita y su ritmo implacable la hacen una experiencia cinematográfica intensa y desafiante. Sin embargo, para aquellos que buscan un western moderno, visceral y con una historia que va más allá de los tópicos del género, es una película que merece la pena ver. Es una película que te dejará pensando mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 8/10