“Sami swoi. Poczatek” (Our Folks Beginnings) no es simplemente una secuela; es una expansión magistral de la peculiaridad y el humor corrosivo que definieron las películas “Our Folks”. La cinta de Pawlak y Kargul nos devuelve a la Polonia rural de principios del siglo XX, pero esta vez, la explosividad de la relación entre sus protagonistas reside no solo en sus constantes discusiones, sino también en la creciente sombra del conflicto y la inminente guerra. El director, el propio Pawlak, logra, con un estilo visual sencillo pero efectivo, recrear un ambiente palpable de tensión, donde el humor se entrelaza con el presagio de la violencia inminente.
La película construye un relato con una riqueza sorprendente para un género que, a primera vista, podría parecer un mero vehículo para la comedia. El guion, a cargo también de Pawlak, se adentra en la psicología de los personajes, mostrando con sutileza cómo las viejas rencillas se ven exacerbadas por los cambios sociales y políticos. La película no rehuye la crudeza, y nos presenta situaciones incómodas y diálogos incisivos que revelan una profunda amargura sobre la naturaleza humana y el coste del cambio. No se trata solo de dos vecinos discutiendo; es una reflexión sobre la pérdida de identidad, la nostalgia y el impacto del conflicto en la vida cotidiana.
Las actuaciones son, sin duda, uno de los pilares de la película. Antoni Staj, como Pawlak, ofrece una interpretación de un hombre al borde de la locura, un individuo que se aferra a sus viejos hábitos mientras el mundo a su alrededor se desmorona. El contraste con el personaje de Zygmunt Stępnicki, como Kargul, es igualmente brillante. Kargul, con su temperamento explosivo y su incapacidad para comprender a Pawlak, es una figura entrañable a pesar de sus defectos. Ambos actores logran transmitir con maestría las complejidades de sus personajes, con expresiones faciales sutiles y una dicción impecable. Su química, forjada a lo largo de las anteriores entregas, es innegable y añade una dimensión emocional a la trama.
Visualmente, "Sami swoi. Poczatek" se distingue por su estética nostálgica y su enfoque en la vida rural. Las escenas de la vida cotidiana en el pueblo son descritas con un detalle minucioso que evoca un ambiente auténtico y palpable. La fotografía, aunque no espectacular, complementa a la perfección la narrativa, creando una atmósfera de melancolía y desasosiego. La banda sonora, con melodías folk tradicionales, refuerza la conexión con el entorno y la cultura polaca de la época. La película no busca la modernidad, sino que se abre paso con la honestidad de la realidad de un tiempo y un lugar.
En definitiva, "Sami swoi. Poczatek" es una obra maestra del cine polaco independiente, una secuela que supera las expectativas y consolida el legado de la saga "Our Folks". Es una película que invita a la reflexión, que hace reír y, a la vez, a hacer pensar. Un clásico del cine rural, con personajes inolvidables y un guion inteligente y provocador.
Nota: 8.5/10