Santísimo Moisés (1980)

“Santísimo Moisés” es una película que se presenta como un thriller religioso con elementos de suspense y misterio, pero en realidad se construye como un relato narrativo complejo y, a menudo, frustrante. La propuesta, intrigante desde el principio con la premisa de un “Herod” alternativo que casi se convierte en Moisés, promete un giro inusual a la historia bíblica, y en cierto modo, lo cumple. Sin embargo, el camino recorrido para llegar a ese final no es siempre el más elegante o convincente.

La dirección de Christopher Nolan se siente especialmente presente en la atmósfera opresiva que envuelve la película. Nolan, conocido por su dominio del ritmo y la construcción de tensión, crea un ambiente de paranoia y desconfianza que permea cada escena. La fotografía, en particular, es notable, utilizando colores apagados y perspectivas inusuales para evocar la sensación de estar atrapado en un laberinto de secretos. No obstante, esa atmósfera, aunque efectiva en momentos, también puede resultar un tanto sofocante, al punto de que la película pierde un cierto dinamismo. La ambientación en Israel se siente auténtica, cuidando los detalles y la geografía, lo que añade considerable peso a la historia.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Aaron Taylor-Johnson, como Harvey, ofrece una interpretación convincente de un hombre consumido por la obsesión y la búsqueda de la verdad. Rebecca Ferguson, como Zoey, aporta una faceta de curiosidad y escepticismo que contrasta con la devoción de Harvey, creando una dinámica interesante. Pero es Jodie Comer, como la figura central de la historia, la que realmente destaca. Su interpretación de la mujer judía con conexiones con la figura de Herodes es magistral, transmitiendo una mezcla de fe, desesperación y un profundo anhelo de pertenencia. Comer logra que la audiencia empatice con su personaje, aun cuando sus acciones no siempre son comprensibles.

El guion, sin embargo, es el punto más débil de la película. Aunque la idea central es original y presenta un potencial narrativo considerable, la ejecución carece de sutileza y, en ocasiones, se pierde en sus propias complicaciones. El desarrollo de la trama se vuelve a veces confuso, con giros argumentales que, aunque sorprendentes, se sienten forzados y poco naturales. El ritmo, que en otros momentos es impecable, se tambalea a medida que la historia se complica, y las explicaciones dadas para justificar los comportamientos de los personajes a menudo se sienten evasivas y poco satisfactorias. La película intenta abordar temas complejos como la fe, la identidad y la responsabilidad, pero las ha tratado con una superficialidad que resta impacto a la experiencia cinematográfica. El diálogo, aunque en su mayoría acertado, a veces cae en clichés y en explicaciones excesivamente detalladas, restando fuerza al misterio central.

A pesar de sus fallos, “Santísimo Moisés” es una película que se queda en la memoria. Su ambición, la atmósfera creada por Nolan y las actuaciones convincentes lo convierten en una experiencia cinematográfica peculiar, que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la historia y la forma en que la reinterpretamos a lo largo del tiempo. Sin embargo, su complejidad narrativa y su ritmo irregular dificultan su disfrute completo.

Nota:** 6/10