Saw VII (2010)

‘Saw VII: El Corte’ es, sin duda, la entrega más perturbadora de la saga que, en lugar de intentar elevar el concepto original de dilemas morales y trampas mortales, se atreve a explotarlo hasta su límite más visceral y, para algunos, inaceptable. La película, dirigida por Kevin Greutert (también responsable de ‘Saw X’), se distancia notablemente de las entregas anteriores, buscando un terror más directo, más físico y, como consecuencia, más desagradable. Se abandona la sutileza en favor de la explicitidad y la violencia explícita, lo que, irónicamente, hace que el horror resulte menos eficaz a largo plazo.

La trama, centrada en un grupo heterogéneo de supervivientes de las trampas de Jigsaw, que buscan la guía del inconfundible Bobby Dagen, un ex-agente del FBI con una espiral descendente, ofrece un punto de partida interesante. Sin embargo, el guion se ve afectado por una proliferación de personajes poco desarrollados y motivaciones a menudo poco convincentes. La constante introducción de nuevos supervivientes, con historias superficiales y conexiones débiles con el núcleo argumental, crea una sensación de saturación y reduce la inversión emocional en los personajes principales. La película se pierde en un maremoto de flashbacks y alusiones a eventos pasados, que, aunque supuestamente relevantes, rara vez aportan una claridad narrativa real.

Afortunadamente, la dirección de Greutert logra mantener un nivel de tensión constante, utilizando un ritmo deliberadamente lento y claustrofóbico. Las secuencias de las trampas son cada vez más elaboradas y, en algunos momentos, realmente impactantes, aunque la repetición de la fórmula – una víctima, un desafío y una muerte elaborada – empieza a volverse predecible. Sin embargo, la cinematografía, con su uso efectivo de la luz y la sombra, y la banda sonora inquietante, contribuyen a la atmósfera de constante peligro. Las actuaciones son variadas: Shawnee Smith como la enfermera Lynn Morris, una de las supervivientes, destaca por su naturalidad y carisma, mientras que Tobin Bell, como John Kramer (Jigsaw), mantiene su presencia amenazante, aunque su papel se reduce a un papel de narrador más que de antagonista activo.

Pero la película realmente sufre por el intento de redefinir el ‘Saw’ original. La lógica interna de las trampas, ya cuestionable en las entregas anteriores, se vuelve cada vez más absurda, y la motivación de Jigsaw, en esta ocasión, parece más producto de la desesperación y la venganza ciega que de una moralidad compleja. El tono general de la película es excesivamente oscuro y, en última instancia, desprovisto de la resonancia moral que, en su mejor momento, hacía que la saga fuera tan interesante. ‘Saw VII’ se convierte, por tanto, en un ejercicio de estilo sobre sustancia, una demostración de la capacidad de la franquicia para generar horror visual, pero con un costo considerable en términos de profundidad y originalidad.

Nota: 5/10