Saw VIII (2017)

‘Saw VIII: Ghost Face’ no es una evolución significativa de la saga, sino más bien un retorno a los terrenos de lo predecible que, paradójicamente, resulta a veces más satisfactorio que la explosión de violencia del anterior capítulo. La película, dirigida por Kevin Greutert, que también se encargó de la edición, se basa en la siempre efectiva premisa de John Kramer (Tobin Bell) resucitando para impartir sus macabros “cursos” a nuevos candidatos, y este ciclo de horrores, aunque familiar, ofrece algunos momentos genuinamente tensos y una atmósfera inquietante que, en su conjunto, supera las falencias de un guion que no se atreve a alejarse demasiado de las fórmulas establecidas.

La dirección de Greutert es competente, y logra mantener un nivel de suspense constante, empleando una fotografía oscura y claustrofóbica que contribuye a la sensación de peligro inminente. La película explora la idea de la venganza y el arrepentimiento con una crudeza habitual del universo ‘Saw’, pero se centra menos en el “cómo” de los asesinatos y más en el “por qué” detrás de las acciones de Kramer. Este énfasis, a pesar de ser un riesgo, le otorga a la trama una capa de complejidad que, si bien no es profunda, le permite a la película ofrecer una reflexión, breve pero tangible, sobre la naturaleza del castigo y la redención, conceptos que a menudo se tocan de pasada en el cine de terror.

Tobin Bell, como siempre, es la columna vertebral de la película. Su interpretación de John Kramer es fría, calculadora y, en definitiva, aterradora. Logra transmitir la desesperación de un hombre atormentado por su pasado y que, a pesar de su reticencia inicial, se somete a la cruel tarea de diseñar trampas mortales para aquellos que considera dignos de un castigo. El resto del elenco, compuesto por nuevos personajes con historias convincentes, aporta dinamismo a la narrativa. Se nota que se ha invertido en la caracterización de los "víctimas" y sus motivaciones, lo que, en general, mejora la conexión del espectador con la situación.

Sin embargo, el guion, aunque funcional para el género, carece de originalidad y recurre a clichés comunes del ‘Saw’. Los acertijos son, en su mayoría, demasiado fáciles de resolver, y las situaciones, aunque visualmente impactantes, no sorprenden. La dirección artística, que se beneficia de una considerable inversión en efectos especiales, contribuye a la creación de escenarios impactantes y elaborados, pero a veces se siente un tanto desmesurada, eclipsando, en ocasiones, la trama principal. La película también sacrifica, posiblemente por la necesidad de mantener el ritmo frenético, algunos momentos de desarrollo de personajes que podrían haber enriquecido la experiencia.

En definitiva, ‘Saw VIII’ no es una joya cinematográfica, pero ofrece entretenimiento de terror decente y una dosis saludable de suspense. Es una entrega fiable para los fanáticos de la saga, pero aquellos que buscan algo realmente innovador, quizás se sientan un poco decepcionados. La película se centra en la nostalgia y en el mantenimiento de la fórmula, aunque con algunos avances visuales y una actuación sólida de Bell.

Nota: 6/10