Scanners 2: El nuevo orden (1991)

“Scanners 2: El nuevo orden” no es una secuela que reinvente la rueda, ni mucho menos. Es, en su lugar, una película que abraza con torpeza el legado de la original de 1988, buscando un eco de su inquietante atmósfera y sus ideas vanguardistas, pero sin lograr un impacto verdaderamente memorable. La película, dirigida por Rick Bennett, se siente como una reunión de recuerdos confusos, una suerte de *déjà vu* cinematográfico que más bien intriga que deleita.

La premisa, que evoca la paranoia y los dilemas éticos de la primera entrega, sigue siendo interesante: un joven, David Kellum, despierta a sus habilidades como Scanner – personas con la capacidad de proyectar sus pensamientos y emociones a través del cuerpo humano – y se ve arrastrado a una conspiración gubernamental que busca convertir a sus congéneres en una fuerza policial secreta. Sin embargo, el guion, a menudo superficial y con diálogos poco inspirados, carece de la profundidad psicológica y la tensión implícita que definieron la película original. La trama se desarrolla a un ritmo lento, permitiendo que las expectativas del espectador se desinflen con la exposición gradual de los planes de Forrester. El conflicto principal es predecible y la construcción del antagonista, el Comandante Wayne Forrester, resulta bastante plano, más una caricatura de un oficial militar despiadado que un personaje con motivaciones convincentes.

Las actuaciones son desiguales. Donald Pleasence, quien regresa como el Doctor Kellum, aporta una voz familiar y un aire de sabiduría al personaje. Sin embargo, el joven protagonista, Ethan Gordon, no logra generar suficiente conexión emocional con el público. A pesar de sus habilidades como Scanner, David Kellum emerge como un personaje pasivo, relegado a ser el peón en la trama. La hermana de David, Alice, interpretada por Emily Rose, ofrece momentos de genuinidad, pero su arco narrativo se siente apresurado y poco desarrollado. La película recurre a efectos especiales que, aunque cumplen su función de mostrar la proyección de pensamientos y emociones, a menudo parecen sacados de una producción de bajo presupuesto.

Afortunadamente, la película no se prende fuego a la pantalla. En un intento casi desesperado por evocar la estética original, “Scanners 2” logra cierta nostalgia. La iluminación contrastada y el diseño de producción, con su uso del color y la textura, recuerdan a la estética de Jan de Bont y su equipo de producción. El uso de la televisión como portal a la proyección de los pensamientos de los scanners es una idea interesante, aunque su ejecución no es la más eficaz. Sin embargo, esta búsqueda de la autenticidad retro termina por convertirse en una limitación, impidiendo que la película se libre de la sombra de su predecesora y desarrolle su propia identidad. Es una película que se queda a medio camino, un esfuerzo bienintencionado que, a pesar de sus promesas, nunca logra materializarse completamente.

Nota: 5/10