“Scooby-Doo: Comienza el misterio” es una película que se aferra a la esperanza de revitalizar una franquicia que, si bien sigue siendo icónica, necesita un empujón para escapar de la obsolescencia. Esta precuela, decidida a explorar las raíces de nuestro peludo héroe, opta por una estrategia arriesgada: alejarse un poco del espíritu juguetón y desenfadado que ha caracterizado las anteriores entregas y, en cambio, enfocarse en un tono más oscuro, con toques de misterio y thriller que sorprendentemente funcionan bastante bien.
La dirección de Beau Bridges se mantiene discreta, pero efectiva. No se permite ser ostentosa, priorizando la ambientación y el ritmo narrativo. Hay una sensibilidad particular en la forma en que se retratan las calles de Estados Unidos en la década de 1960, una época marcada por la paranoia, la desconfianza y la aparición de sucesos inexplicables. La película se siente como una película de detectives de serie B de los años 60, un guiño irónico a la estética de la época y que, a su vez, le otorga un encanto particular.
La actuación de Noah Schnapp como Scooby-Doo es, en mi opinión, el punto fuerte de la película. Schnapp logra transmitir la inocencia y la vulnerabilidad del personaje de forma convincente, dotándolo de una expresividad que supera con creces las limitaciones técnicas de la captura de movimiento. Su evolución, desde un perro común y corriente con un peculiar talento para la comida, hasta un detective astuto e inteligente, es el motor principal de la trama. Los secundarios, interpretados por un elenco sólido, son secundarios muy bien definidos, aportando matices y credibilidad a la narrativa.
El guion, escrito por Anthony Leondard y Kieran Culkin, es inteligente y sorprendentemente ingenioso. La trama se desarrolla a un ritmo constante, manteniendo la tensión y el interés del espectador. Se evitan las trampas típicas del género de aventuras, enfocándose en la resolución de un misterio real y bien construido. El humor, aunque presente, es más sutil y se integra de forma natural en la trama, evitando caer en gags gratuitos que restarían valor a la historia. La exploración de la adicción a la comida como catalizador de la capacidad de hablar y resolver crímenes es una idea original y, en cierto modo, perturbadora.
Es cierto que la película no es perfecta. La historia podría haberse beneficiado de un desarrollo más profundo de algunos personajes secundarios y de una mayor exploración de las motivaciones de los antagonistas. Sin embargo, en general, "Scooby-Doo: Comienza el misterio" es una entrega sorprendente y entretenida que logra honrar la historia del icónico perro detective. Es una película que no solo satisfará a los fans de la franquicia, sino que también puede llegar a atraer a un público más amplio interesado en thrillers de misterio con un toque de humor y nostalgia.
Nota: 7/10