“Se buscan fulmontis” es una película que, en su intento de abordar la precariedad laboral y la marginalidad en Madrid, termina ofreciendo una experiencia cinematográfica sorprendentemente ambigua y con un enfoque particular en la representación de personajes que, aunque complejos, no siempre logran conectar emocionalmente con el espectador. La película, dirigida por Pablo Martel, se desarrolla en el laberíntico barrio de San Blas, un espacio lleno de vida, contrastes y, como se demuestra en la trama, también de una dura realidad. El ambiente, logrado a través de la fotografía, es denso y palpable; se siente el frío, la humedad, la pobreza y la desesperación que acechan a estos personajes.
El guion, escrito principalmente por Martel y Daniel Calvo, se centra en la historia de tres amigos, Miguel, Juan y Carlos, que ven truncada sus vidas profesionales con el cierre de la empresa de mudanzas donde trabajaban. La búsqueda de empleo resulta frustrante y se sumergen en un mar de ofertas de trabajo precarias y, finalmente, en el anuncio que desencadena toda la trama: la solicitud de “fulmontis” para un negocio clandestino. La premisa es interesante y plantea preguntas sobre la desesperación y la falta de opciones que pueden llevar a las personas a tomar decisiones drásticas. Sin embargo, la película se diluye en un desarrollo de la historia que, en ocasiones, se siente torpe y carente de ritmo. Los diálogos, aunque crudos y realistas, a veces resultan expositivos y poco naturales, lo que resta autenticidad a las interacciones entre los personajes.
Las actuaciones son destacadas, especialmente la de Javier Ibáñez como Miguel. Su interpretación transmite la angustia, la frustración y el resentimiento de un hombre que se ve despojado de sus sueños y que, ante la falta de alternativas, se ve arrastrado por las circunstancias. Los otros dos actores, Mario Casas y Raúl Arévalo, también cumplen con creces su papel, interpretando a personajes con matices y con una evolución a lo largo de la trama que, aunque no siempre espectacular, es tangible. No obstante, la dirección de arte y la puesta en escena contribuyen significativamente a la atmósfera general de la película, permitiendo al espectador sumergirse en el contexto social y económico de los personajes.
“Se buscan fulmontis” no es una película que brille por su espectacularidad visual o por una narrativa particularmente compleja. Su fuerza reside en su capacidad para mostrar un rincón de Madrid poco conocido y para generar cierta empatía hacia los personajes, a pesar de sus defectos. Sin embargo, el guion, como ya se ha mencionado, sufre de momentos de torpeza y de falta de dinamismo. La película toca temas importantes, como la precariedad laboral, la marginalidad y la explotación, pero lo hace de manera algo superficial, sin profundizar en las causas subyacentes de estos problemas sociales. Es una película que invita a la reflexión, pero que no ofrece respuestas fáciles ni soluciones concretas. Se presenta más como un retrato sucio y desgarrador de la realidad, que invita a la indignación, pero que no necesariamente a la acción.
Nota: 6/10