“Se mi vuoi bene” es, en su esencia, una película que se asoma a la complejidad de la red de relaciones familiares y la dificultad inherente a la búsqueda de la redención. Dirigida con un toque sutil pero efectivo por Luca Guadagnino, la película no ofrece una comedia desenfollada, sino una exploración pausada y, a veces, incómoda de la buena intención descontrolada. La película se centra en Diego, interpretado con una vulnerabilidad palpable por parte de Claudio Bisio, un hombre atormentado que, tras un intento de suicidio, decide poner su energía en intentar “arreglar” los problemas de sus seres queridos. Esta decisión, aparentemente noble, se convierte en la base de una serie de desastres imprevistos y hilarantes que sacuden la vida de personas completamente ajenas a sus intenciones.
La dirección de Guadagnino es notable por su capacidad para equilibrar la comedia y el drama. No rehúye el lado sombrío de la desesperación de Diego, pero tampoco se limita a caricaturizar la situación. La película se desarrolla a un ritmo medido, permitiendo que el espectador se sumerja en la vida de los personajes y comprenda sus motivaciones. Hay un gran cuidado en la creación de atmósferos y en el uso de la música, que complementa a la perfección la narrativa. La fotografía, con una paleta de colores cálidos y nostálgicos, evoca un ambiente familiar y, a la vez, melancólico, reflejando el estado emocional de los protagonistas.
Las actuaciones son, en su gran mayoría, sobresalientes. Claudio Bisio, como Diego, entrega una interpretación honesta y conmovedora, mostrando la lucha interna del personaje con una sutileza que evita la exageración. Sergio Rubini, en un papel de soporte, aporta la dosis justa de humor negro y desesperación, creando un contraste efectivo con la seriedad de Bisio. Sin embargo, la película tiene momentos donde algunos personajes secundarios se sienten algo planos, perdiendo oportunidades de profundizar en sus personalidades. A pesar de esto, el resto del elenco cumple con creces, ofreciendo actuaciones sólidas y convincentes.
El guion, aunque presenta una premisa interesante, a veces se adentra en caminos predecibles. La mecánica de los problemas que Diego desencadena, aunque inicial y divertida, empieza a repetirse a medida que avanza la película, perdiendo parte de su frescura. No obstante, la película consigue explorar temas universales como la culpa, el arrepentimiento y la necesidad de aceptación, ofreciendo, en última instancia, una reflexión sobre la naturaleza humana y las consecuencias de intentar controlar la vida de los demás. La película no busca soluciones fáciles ni finales felices, sino que se contenta con mostrar los resultados de las buenas intenciones descontroladas, dejando al espectador con una sensación agridulce de incomodidad y, al mismo tiempo, cierta simpatía por los personajes.
Nota: 7/10