Se necesitan maridos (1943)

“Se necesitan maridos” (She Warrants a Husband) de George Kunitz es un thriller noir de los años 40 que, sorprendentemente, se mantiene fresco y cautivador más de ochenta años después. La película no se dedica a la grandilocuencia visual o a las sofisticadas elaboraciones de sus contemporáneos, sino que se centra en la tensión psicológica, el cinismo y una sensación constante de inminente peligro. La película, una joya oculta del género, no es solo un relato criminal, sino una disección de la ambición, la manipulación y la degradación moral en un contexto social marcado por la hipocresía y la desigualdad.

La dirección de Kunitz es sutil pero efectiva. No busca efectos especiales ni explosiones, sino que construye una atmósfera opresiva a través de la composición de planos, el uso del contraste entre luz y sombra y, sobre todo, la manera en que plasma las interacciones entre los personajes. La película se siente claustrofóbica a pesar de las exteriores de Coney Island, un lugar que, paradójicamente, sirve para acentuar el aislamiento de los protagonistas. La película mantiene una tensión palpable durante casi toda su duración, utilizando silencios y miradas cómplices para transmitir información que el diálogo, a menudo lacónico, no revela. La planificación de las escenas es especialmente notable, creando momentos de gran impacto narrativo sin recurrir a trucos ostentosos.

El núcleo de la película reside en la actuación de Grant Withers, quien interpreta a Eddie Johnson con una frialdad glacial. Withers logra transmitir la desesperación y la astucia de un hombre dispuesto a todo para alcanzar sus objetivos. Su personaje es un ser moralmente ambiguo, un tipo que es capaz de engañar, manipular y, incluso, de ser brutal cuando es necesario. La química entre Withers y la actriz Barbara Morris, que interpreta a Kate Farley, es otro punto fuerte de la película. Su relación, basada en la ambición y la traición, se desarrolla con un realismo inquietante. Morris, por su parte, aporta una vulnerabilidad que contrasta con la dureza del entorno en el que se mueve.

El guion, adaptado de una novela de James Mann, es inteligente y bien construido. Si bien la trama puede parecer un poco lenta al comienzo, la película va construyendo su ritmo con maestría. Los diálogos son concisos y llenos de significado, revelando poco a poco las motivaciones y los secretos de los personajes. La película no se limita a la presentación de un crimen; explora las consecuencias sociales y psicológicas de la violencia. La trama, aunque centrada en el tema del matrimonio y la búsqueda de un marido, es en realidad una metáfora sobre la ambición desmedida y la búsqueda del éxito a cualquier precio. La exploración de la corrupción, la clase social y el deseo de poder son elementos cruciales para comprender la complejidad de la historia.

“Se necesitan maridos” es una película que recompensa la paciencia del espectador. No es un espectáculo deslumbrante, pero sí una experiencia cinematográfica rica en matices y con una atmósfera única. Es un homenaje al género noir, una muestra de cómo se puede construir un thriller de suspense con recursos limitados y una gran dosis de talento. Es una película que permanece en la memoria mucho tiempo después de que terminan los créditos.

Nota: 8/10