‘Secuestro Express’ (2009) no es un thriller convencional, ni un melodrama excesivamente sentimental, aunque por momentos rozará las lágrimas. La película, dirigida por Alberto Pastor, se presenta como una incómoda y, en ocasiones, divertida reflexión sobre la decadencia moral de Venezuela, a través de la lente de un secuestro que se descontrola y se transforma en algo mucho más complejo que una simple transacción económica. El punto de partida, un secuestro de una pareja adinerada en el Caracas del 2009, ya establece un escenario de inquietante normalidad. La ciudad, sumida en un clima de inseguridad generalizada, ha convertido el secuestro en una forma de negocio rutinaria, lo que permite a Pastor construir un mundo crudo y desmoralizador, donde las víctimas y los captores son seres humanos imperfectos, con sus motivaciones y contradicciones.
La dirección de Pastor es meticulosa y, en su mayoría, efectiva. Logra crear una atmósfera de tensión constante, no a través de sustos baratos, sino mediante la acumulación de detalles, la ralentización del ritmo en ciertos momentos y una cinematografía que destaca la belleza desoladora de la Caracas decadente. Sin embargo, a veces, la lentitud se convierte en un obstáculo, ralentizando el ritmo y perdiendo parte de la tensión acumulada. La película no se precipita y, a menudo, se permite que los personajes observen, reflexien y dialoguen, lo que, aunque auténtico, puede resultar un poco pesado para el espectador.
Las actuaciones son, en su gran mayoría, sobresalientes. Mauricio Alarcón y Ana Lucía Castellanos dan vida a los protagonistas, Ricardo y Sofía, con una naturalidad que acentúa la incomodidad de su situación. Alarcón, en particular, ofrece una interpretación sutil pero poderosa, transmitiendo la desesperación, el miedo y, eventualmente, una sorprendente resiliencia. El resto del elenco, incluyendo a los secuestradores, contribuyen a la complejidad de la película, presentando personajes con motivaciones ambiguas y, a veces, sorprendentemente humanas. Particularmente memorables son las interpretaciones de Daniel Valdés y Luis Carlos Valles como los captores, quienes ofrecen matices que van más allá de la caricatura del criminal al servicio de los ricos. Su relación, compleja y casi paternal, añade una capa de ambigüedad al conflicto.
El guion, escrito por Pastor y Carlos Maduell, es donde reside la mayor fortaleza de la película. Se aleja del cliché del thriller de secuestro y explora las consecuencias psicológicas del trauma, la pérdida de identidad y la fragilidad de las relaciones humanas. La película no ofrece respuestas fáciles y permite al espectador cuestionar los valores de la sociedad, la desigualdad y la corrupción. La trama se centra menos en el “cómo” del secuestro y más en el “qué pasa después”, en la evolución de los personajes y en la exploración de sus miedos y deseos. Aunque algunos diálogos pueden resultar un poco forzados y algunas situaciones inverosímiles, la película logra mantener el interés del espectador gracias a su enfoque en la complejidad psicológica y moral de sus protagonistas.
En definitiva, ‘Secuestro Express’ es una película que va más allá de su premisa inicial y ofrece una mirada crítica y perturbadora a la realidad venezolana, disfrazada de thriller. No es una película fácil de ver, pero sí una experiencia cinematográfica valiosa y memorable. La dirección es sólida, las actuaciones son convincentes y el guion, aunque con algunos tropiezos, logra mantener el interés del espectador y plantear preguntas importantes.
Nota: 7/10