Seguimos fumando (1983)

“Seguimos fumando” no es una película para todos los gustos, ni mucho menos un drama conmovedor. Es, simplemente, un ejercicio de locura perpetua, un sumergimiento en el universo de Cheech y Chong que, si se aborda con la actitud correcta, puede resultar una experiencia sorprendentemente entretenida y, en algunos momentos, incluso hilarante. Peter Farrelly y Bobby Farrelly, los hermanos responsables de esta última entrega, no intentan romper con la fórmula, sino que, en lugar de innovar, la consolidan, ofreciendo una dosis extra de surrealismo y desinhibición que recuerda a sus trabajos anteriores, pero con una mayor intensidad y un nivel de absurdo que a veces te deja perplejo.

La película se centra en una trama, a la que quizás no se pueda llamar trama, que gira en torno a un viaje por carretera que los lleva a una serie de encuentros improbables y situaciones cada vez más descabelladas. La película no se preocupa por la narrativa lineal ni por el desarrollo de personajes complejos. Lo que importa, evidentemente, es el efecto cómico de sus interacciones y la sucesión de gags visuales y verbales. Es un film que se basa en la improvisación, lo que contribuye a la sensación de caos y libertad que lo impregna. A veces, esta libertad se traduce en situaciones cómicas brillantes, y en otras, en momentos de incomodidad deliberada, que buscan provocar una reacción en el espectador.

Las actuaciones de Tommy Chong y Cheech Marin son, como siempre, sólidas. Ambos actores encarnan a sus personajes con una naturalidad que es parte de su atractivo. La química entre ellos es innegable, y su capacidad para improvisar y reaccionar ante cualquier situación es lo que hace que el humor funcione. Sin embargo, el resto del reparto, con actores como Willie Nelson y Cheyne Verlander, aunque cumplen con su función, rara vez destacan y se quedan a medio camino entre la caricatura y el mero acompañamiento.

Desde el punto de vista de la dirección, la película se basa en un estilo visual que recuerda a los trabajos de los hermanos Farrelly. Utilizan una estética colorida, sonidos exagerados y secuencias de montaje rápidas que buscan impactar al espectador. La banda sonora, un festival de rock and roll clásico, refuerza la atmósfera desenfadada y caótica de la película. Aunque la dirección es competente, no aporta nada realmente nuevo a la fórmula de Cheech y Chong, pero se limita a mantenerla en marcha con un dinamismo constante. Lo que sí es notable es la constante voluntad de romper la cuarta pared, dialogando directamente con el público y desafiando sus expectativas.

A pesar de sus virtudes, “Seguimos fumando” es una película que puede resultar repetitiva y predecible. El humor, a pesar de suve la intensidad inicial, pierde fuerza a medida que avanza la trama, y las secuencias más absurdas pueden cansar. No obstante, si buscas una película que te haga reír a carcajadas y que te transporte a un universo de locura sin límites, “Seguimos fumando” podría ser una opción adecuada, siempre y cuando estés dispuesto a aceptar sus reglas, que son pocas y sencillas: relájate, disfruta del caos y no esperes nada más.

Nota: 6/10