Segundo sangriento (1992)

“Segundo Sangriento” (Pronounced ‘Second Bloody’) no es simplemente una película de acción distópica; es una experiencia visceral que, a pesar de su estética visualmente deslumbrante, se queda a medio camino entre la grandilocuencia y la decepción. El año es 2008 y el Londres sumergido por el aumento del nivel del mar no es la imagen apocalíptica de un desastre natural, sino un escenario de caos absoluto, donde la ley se ha convertido en un concepto obsoleto. En este submundo acuático, emerge un nuevo depredador, un cyborg monstruoso capaz de arrasar ciudades enteras. La premisa es intrigante, y la ejecución visual es, sin duda, el punto fuerte de la película.

La dirección de Danny Boyle, a quien ya conocimos en “28 Días Después” y “12 Años de Esclavitud”, logra crear una atmósfera de horror constante. La cinematografía de Chris Hollis-Jones es exquisita, con planos secuencia que dominan la pantalla y que nos sumergen en la inmersión total de las calles inundadas. El uso del color es especialmente efectivo: el azul verdoso y grises de la luz bajo el agua enfatizan el ambiente sofocante y la desesperación de los supervivientes. Sin embargo, Boyle se inclina demasiado por la espectacularidad, priorizando la acción y los efectos especiales sobre la construcción de personajes y la profundidad emocional.

Rutger Hauer, en su última actuación, ofrece una interpretación memorable como el detective Harley Stone. Su personaje es complejo y atormentado, un hombre marcado por la pérdida y la obsesión. Hauer transmite con maestría el peso del deber y la desesperación de Stone mientras se enfrenta a un enemigo que parece inexpugnable. La película se beneficia enormemente de su presencia, que aporta una seriedad y un peso emocional que compensa, en parte, la trama previsible. El resto del elenco, con excepciones notables, no logra alcanzar el mismo nivel, aunque las interpretaciones son sólidas en su conjunto.

El guion, escrito por Danny Boyle y John Hodge, es donde la película más notablemente falla. Aunque la idea inicial es prometedora, la narrativa se vuelve repetitiva y carente de sustancia. Se recurre demasiado a la acción descarnada, a la violencia gráfica y a la presentación de situaciones cada vez más absurdas. La resolución final, aunque visualmente impactante, se siente apresurada e inverosímil, como si la historia se hubiera agotado antes de tiempo. Se busca un impacto visual, una ‘wowl factor’, pero a costa de una coherencia lógica y una exploración de temas más profundos.

En definitiva, “Segundo Sangriento” es una película con momentos de brillantez visual y una actuación destacada de Rutger Hauer, pero su guion deficiente y su dependencia excesiva de la acción le impiden alcanzar su máximo potencial. Es un espectáculo visualmente estimulante, pero emocionalmente distante. Se trata de una película que te deja con la impresión de haber presenciado un bombardeo de efectos especiales en lugar de una historia cautivadora.

Nota: 6/10