Seguridad no garantizada (2012)

“Seguridad no Garantizada” es una propuesta que, aunque no logra alcanzar la grandeza que sus preambulosos planteamientos sugieren, ofrece un viaje intrigante y, en definitiva, entretenido al corazón de la paranoia y la obsesión. La película, a pesar de su estética visualmente discreta, se aferra a un concepto original: la búsqueda de un compañero para viajar en el tiempo a través de un anuncio clasificado. Esta premisa, lejos de ser un simple dispositivo narrativo, sirve como catalizador para explorar la fragilidad mental de sus personajes y la desconfianza que impregna la relación entre ellos.

La dirección de Matthew Leininger se mantiene sobria y contenida, buscando la atmósfera de incomodidad y tensión en cada escena. El uso del color es deliberadamente apagado, reflejando el estado emocional de los protagonistas y la sensación de desasosiego que se instala gradualmente. No se busca el espectáculo visual, sino la sutileza en la construcción del suspense, la imposición de dudas que giran en torno a la veracidad de las acciones de los personajes. Sin embargo, a veces, esta austeridad se vuelve un poco pesada, alejando el espectador del flujo de la trama y necesitando un poco más de dinamismo para mantener la atención.

El reparto está a la altura de las circunstancias. El actor que interpreta al protagonista, Caleb, interpreta con una convicción palpable la creciente paranoia y la vulnerabilidad de su personaje. Su obsesión por descubrir la verdad lo consume por completo, alimentando una lógica retorcida que, aunque a veces desconcertante, es la llave para entender su comportamiento. La interpretación del actor que interpreta al "socios" es particularmente notable, proyectando una complejidad en la figura de un hombre aparentemente tranquilo pero que oculta un pasado turbulento y una visión del mundo distorsionada. No se trata de un villano convencional; la película logra humanizar su paranoica y retorcida lógica. Las actuaciones secundarias, en general, son sólidas, apoyando la historia principal con un equilibrio cuidadoso.

El guion, escrito por Leininger y la propia Maryann Noronha, destaca por su lentitud deliberada y por su capacidad para sembrar la duda en cada paso. La historia se construye a través de diálogos sutiles y de observaciones fragmentadas, dejando al espectador con más preguntas que respuestas. La trama, aunque puede resultar pausada y quizás incluso frustrante para algunos, es inteligente y ofrece un interesante comentario sobre la subjetividad de la realidad y el poder destructivo de la obsesión. La película juega constantemente con el espectador, obligándolo a cuestionar sus propias percepciones y a considerar la posibilidad de que la verdad sea mucho más compleja y distorsionada de lo que aparenta. No obstante, el ritmo lento podría ser un punto débil para aquellos que buscan narrativas más convencionales. El final, aunque abierto a interpretación, puede resultar algo abrupto, dejando algunas inquietudes sin resolver de manera satisfactoria.

Nota: 7/10