Señor, dame paciencia (2017)

“Señor, dame paciencia” es una comedia negra que, paradójicamente, consigue ser a la vez hilarante y profundamente conmovedora. La película, dirigida con maestría por Paco Plaza, no se contenta con el humor ácido y las situaciones embarazosas, sino que se adentra en la complejidad de las relaciones familiares y el dolor del duelo. La película no es una comedia para reírse a carcajadas, sino para suspirar, soltar un rizo y reflexionar sobre la vida y sus contradicciones.

El núcleo de la trama se centra en Gregorio (un magnífico Javier Gutiérrez), un banquero de la vieja escuela, un hombre obsesionado con el Real Madrid, el orden y, sobre todo, la regla. Su mundo se desmorona tras la repentina muerte de su esposa y se ve obligado a cumplir su última voluntad: esparcir sus cenizas en el Guadalquivir, un viaje que lo lleva a Sanlúcar de Barrameda. La película se beneficia enormemente de la interpretación de Gutiérrez, quien captura a la perfección la frustración, el cinismo y, sorprendentemente, la vulnerabilidad de Gregorio. Su personaje es un arquetipo del hombre tradicional, pero la película le concede una humanidad inesperada, lo que lo convierte en un protagonista entrañable a pesar de sus defectos.

La dirección de Paco Plaza es exquisita, utilizando la luz y la sombra para crear una atmósfera particular, a veces melancólica, a veces humorística. La película se mueve con una cadencia precisa, equilibrando los momentos más dramáticos con las situaciones cómicas, sin nunca perder la autenticidad de los personajes. El guion, escrito por Juan Antonio de la Casa y Paco Plaza, es inteligente y observador. No rehúye de los temas delicados como la homosexualidad, el duelo, las diferencias culturales y las generaciones. Las conversaciones son, en su mayoría, naturales y reveladoras, y el conflicto entre los hijos y su padre se siente de manera palpable.

Los actores secundarios también ofrecen interpretaciones destacadas. El catalán de origen culé, Juan (interpretado por Roger Casarola), aporta un contraste cómico y a veces agridulce a la historia. La relación entre Gregorio y su hijo Carlos, que se ve ahora en conflicto por la “salida del armario” de su hijo, es particularmente intensa y conmovedora. Las interpretaciones de Eneko y del novio de Alicia, aunque menos prominentes, contribuyen a enriquecer el universo de la película. La película, en definitiva, es un retrato honesto y reflexivo de la complejidad de las relaciones familiares, un tema universal que resuena con fuerza en la pantalla grande.

“Señor, dame paciencia” es una película que te hace pensar, te hace reír y, quizás, te hace sentir un poco más humano. No es una comedia para todos los gustos, pero para aquellos que aprecien el cine inteligente y con corazón, es una experiencia cinematográfica muy recomendable.

Nota: 8/10