Señor Manglehorn (2015)

“Señor Manglehorn” es un ejercicio de sensibilidad cinematográfica, una pequeña joya incómoda y melancólica que, a pesar de su ritmo pausado y su temática aparentemente limitada, logra resonar profundamente. Dirigida por David Lowery, la película no busca la grandilocuencia ni la espectacularidad; en cambio, se concentra en la introspección de un hombre atormentado por el pasado y la búsqueda de una conexión, aunque sea fugaz, con el presente.

Mackey Fincannon, interpretado magistralmente por Heath Ledger en uno de sus últimos papeles, es un hombre con una vida marcada por el remordimiento y la culpa. La pérdida de una joven llamada Lilian hace cuatro décadas lo ha transformado en un individuo marginado, un tipo peculiar que vive en un pequeño pueblo de Texas. Ledger no ofrece un despliegue emocional grandilocuente; su Mack ayude de una vulnerabilidad palpable, una tristeza contenida que se filtra en cada mirada, en cada gesto. La actuación es sutilmente poderosa, no recurriendo a la teatralidad, sino a una honestidad conmovedora que resulta inolvidable.

La película se basa en el guion de Lowery y Justin Kurzel, y este es, quizás, su punto más fuerte. La narrativa no es lineal; se enreda en recuerdos, monólogos internos y diálogos poéticos. La banda sonora, compuesta por Adrian Younge y Nicholas Britell, es integral al desarrollo del personaje y la atmósfera. No se trata de una película para todos los gustos. Su lentitud y la densidad de sus reflexiones pueden frustrar al espectador acostumbrado a ritmos más rápidos y narrativas más directas. Sin embargo, la belleza reside en su autenticidad. Las conversaciones entre Mack y su nueva amiga, Jo (Michelle Williams), son particularmente brillantes, explorando temas de amor, arrepentimiento y la búsqueda del significado en la vida.

Lowery construye un universo visualmente rico, con un Texas desértico que se convierte en un personaje más en sí mismo. La iluminación y la composición de las escenas evocan la melancolía y la añoranza, reflejando el estado emocional de Mack. La película no ofrece soluciones fáciles ni finales felices. En cambio, plantea preguntas difíciles sobre la naturaleza del amor, la responsabilidad y la posibilidad de redención. La película no intenta resolver la historia de Mack y Lilian; más bien, explora la persistencia del dolor y la necesidad de recordar a aquellos que ya no están. La película no busca la aprobación del público; busca, simplemente, la empatía.

“Señor Manglehorn” es un retrato conmovedor de un hombre que se enfrenta a sus demonios interiores. Es una película introspectiva, a veces desafiante, pero también profundamente conmovedora. No es una película fácil, pero es una película que te hará pensar y, quizás, sentir algo.

Nota: 8/10