Señores del caos (2018)

“Señores del Caos” (Mayhem) no es una película fácil de digerir. A primera vista, se presenta como un biopic musical centrado en la formación y evolución de la banda de black metal noruega Mayhem. Sin embargo, el filme de Joachim Rønning se erige como una exploración inquietante y perturbadora de la obsesión, el nihilismo y las consecuencias devastadoras de la búsqueda desesperada de la autenticidad en el mundo del extremo. Rønning se aleja, deliberadamente, de la romantización habitual de las bandas musicales, presentando una visión cruda, a veces visceral, de la vida de los integrantes de Mayhem, particularmente de su líder, Euronymous.

La dirección de Rønning es magistral. El filme se sumerge con una intensidad palpable en la atmósfera opresiva y sombría de Oslo, a finales de los años 80 y principios de los 90. La fotografía, por su parte, utiliza la luz y la sombra, el color y el blanco, para construir un ambiente claustrofóbico que refleja el estado mental de sus personajes. La banda sonora, aunque no se centra en la música de Mayhem en sí misma (lo cual es comprensible, dada la naturaleza del relato), sí que utiliza sonidos disonantes y efectos ambientales para generar una sensación constante de incomodidad y tensión. La película no busca glorificar la banda, sino más bien mostrar la maquinaria que impulsaba su creación y, sobre todo, las consecuencias de esa maquinaria.

El reparto, liderado por lo que es un extraordinario Espen Bastuen como Euronymous, es soberbio. Bastuen no solo consigue recrear la presencia física y la intensidad del personaje, sino que también transmite con una notable precisión la mezcla de arrogancia, paranoia y vulnerabilidad que caracterizaba a Euronymous. Las actuaciones son honestas y sin concesiones, y nadie intenta, a su debido tiempo, suavizar la realidad que se despliega en pantalla. La química entre los actores, especialmente la tensión palpable entre Euronymous y otros miembros de la banda, contribuye significativamente a la credibilidad de la película.

El guion, adaptado del libro de Neil Matheson, es complejo y requiere atención. No se limita a un simple relato cronológico de los hechos, sino que profundiza en la psicología de los personajes, explorando sus motivaciones, sus miedos y sus obsesiones. La película no simplifica las relaciones entre los integrantes de la banda, mostrando las rivalidades, las tensiones y los conflictos internos que existían bajo la superficie del grupo. Se presta especial atención al ambiente social y político de Noruega en esa época, mostrando cómo el contexto influyó en la creación y la evolución de la escena del black metal. Sin embargo, la complejidad del guion a veces se traduce en un ritmo pausado, que podría resultar algo lento para algunos espectadores.

En definitiva, “Señores del Caos” es una película inquietante y perturbadora, que nos obliga a confrontar la oscuridad que puede esconderse tras la búsqueda de la expresión artística. No es un espectáculo fácil de ver, pero sí una experiencia cinematográfica valiosa y, sobre todo, reveladora. Es una película que te deja pensando mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 8/10