Señorita en desgracia (1937)

“Señorita en Desgracia” (My Dear Lady) es una película que, a primera vista, podría parecer una simple comedia de época. Sin embargo, tras una primera inmersión, se revela un estudio sutil y delicioso de la clase social, la hipocresía y las expectativas restrictivas impuestas a la mujer en el siglo XIX. Dirigida por David Howard, la película logra equilibrar con maestría el humor ingenuo con elementos de suspense que, a pesar de no ser particularmente novedosos en el género, están ejecutados con una elegancia notable.

La trama, centrada en Lady Alyce Marshmorton, una joven con una propensión al desorden y a desafiar las convenciones sociales, se desarrolla de forma aparentemente simple: un incidente en Londres la lleva a ser confinada en el Castillo Tottney, mientras que en la capital conoce a Jerry Halliday. Sin embargo, la película se interesa más por el entorno que la rodea, en particular las dinámicas de poder dentro del castillo y las interacciones entre los criados. Howard nos presenta una galería de personajes memorables, cada uno con sus propias motivaciones y secretos. La tensión no reside tanto en una amenaza externa, sino en la constante amenaza de revelaciones y rumores que pueden destruir la reputación de Alyce y la de quienes la rodean.

La dirección de Howard es impecable, empleando un estilo visual que evoca la época sin caer en clichés. Las escenas en el castillo, con sus opulentos salones y pasillos laberínticos, son particularmente bien construidas, generando una atmósfera de recogimiento y tensión latente. La banda sonora, aunque discreta, acompaña adecuadamente los momentos clave, reforzando la sensación de melancolía y misterio.

En cuanto a las actuaciones, la protagonista, Florence Lewis, ofrece una interpretación convincente como Lady Alyce. Captura la rebeldía juvenil y el arrebato emocional de la personaje con una naturalidad que la hace tremendamente empática. El reparto de criados, compuesto por actores secundarios de gran talento, añade profundidad y complejidad a la narrativa. Especialmente digna de mención es la interpretación de George Thompson como el mayordomo, un hombre de mirada penetrante y silenciosa astucia que se convierte en uno de los personajes más intrigantes de la película.

El guion, coescrito por Howard y James Herbert, es inteligente y sorprendentemente rápido. Aunque no se aferra a soluciones fáciles ni ofrece un final espectacular, la película se centra en el desarrollo de los personajes y en la exploración de temas como la ambición, la lealtad y el precio de la libertad. La ambigüedad moral de los personajes y la falta de juicios definitivos obligan al espectador a reflexionar sobre las consecuencias de sus acciones. El ritmo pausado permite al espectador absorber la atmósfera y conectar con las emociones de los personajes. No obstante, la trama podría haber beneficiado de un mayor desarrollo en la exploración del romance entre Alyce y Jerry, que se presenta de forma algo superficial.

Nota: 7/10