Septichexen (2023)

“Septichexen” es una película que se instala bajo la piel y no la abandona fácilmente. La dirección de Theodor Mikkelstad es, sin duda, su punto fuerte. La atmósfera claustrofóbica, densa y opresiva se construye meticulosamente, utilizando la luz, el sonido y los espacios cerrados para crear una sensación constante de incomodidad y peligro. Los planos largos, los primeros planos intensos y el uso inteligente del color (predominantemente azul y negro, evocando la oscuridad y el agua) son elementos que contribuyen significativamente al horror psicológico que emana de la pantalla. Mikkelstad consigue que el espectador sienta la claustrofobia y el miedo al descenso a las profundidades de Bergen, una experiencia que va más allá de lo meramente visual.

El guion, adaptado de la novela homónima de Torstein Solberg, es un ejercicio de suspense lento y deliberado. Se centra en la construcción del misterio y en el desarrollo del personaje de Susann, interpretada con maestría por Hanne Jacobsen. Jacobsen logra transmitir la vulnerabilidad, la duda y el creciente terror de su protagonista. La trama, si bien no es especialmente compleja o innovadora en su concepción, se beneficia de la atmósfera y del ritmo pausado, generando una tensión constante que se acrecienta a medida que la historia avanza. El horror no reside en sobresaltos baratos, sino en la certeza de que algo maligno y antiguo acecha bajo la superficie. La gradual revelación de la historia de Septichexen y su conexión con la contaminación añade una capa de profundidad a la narrativa.

La película se beneficia enormemente de las actuaciones. Además de la labor de Hanne Jacobsen, el resto del reparto secundario aporta solidez a la narrativa. Los actores complementarios logran transmitir la desesperación de los habitantes de Bergen, afectados por la enfermedad y el miedo. Sin embargo, el verdadero motor de la historia es la interpretación de Jacobsen, quien equilibra la fragilidad y la determinación de su personaje a la perfección. El personaje de Septichexen, aunque no se muestra en su totalidad, se percibe a través de sus efectos en el entorno y en Susann, convirtiéndose en una amenaza palpable e inquietante. La película no rehúye de la ambigüedad, dejando al espectador con preguntas sobre la naturaleza del mal y el costo de la verdad.

En definitiva, “Septichexen” es una película que se adscribe al género del horror psicológico y que cumple con las expectativas generadas por su premisa. No es una película para todos los gustos, pues su ritmo pausado y su atmósfera sombría pueden resultar lentos para algunos espectadores. Sin embargo, para aquellos que aprecien el horror más introspectivo, el suspense sutil y la construcción de una atmósfera opresiva, “Septichexen” es una experiencia cinematográfica memorable. Es una película que invita a la reflexión sobre la fragilidad de nuestra existencia y el poder corrosivo de la oscuridad. No es un espectáculo, sino una invitación a la contemplación y al temor.

Nota: 7/10