Servicio de compañía (2001)

“Servicio de Compañía” (Company Men) es una película que se instala bajo la piel y se queda ahí, como un eco persistente de la ambición desmedida y las consecuencias imprevistas de las decisiones que tomamos. Dirigida con una meticulosa atención al detalle por Walter Salles (el mismo director de “La Tata”), la película no es un melodrama sentimental en el sentido tradicional. Es, en cambio, una disección psicológica del deseo, la desesperación y la fragilidad de la identidad masculina en un contexto de crisis económica y personal.

La película se centra en Byron Tiller, un escritor frustrado que, tras el modesto éxito de su primera novela, se debate entre el sueño de la fama literaria y la dura realidad de la pobreza y la falta de reconocimiento. El personaje, interpretado con una intensidad palpable por Jake Gyllenhaal, es un hombre atormentado por sus fracasos y por la constante presión de su esposa Dena (Michelle Williams), quien, a pesar de su amor y lealtad, empieza a mostrar signos de agotamiento y resentimiento. La actuación de Williams es exquisita, transmitiendo una profunda tristeza y un creciente desasosiego.

Lo que distingue a "Servicio de Compañía" es su ambigüedad moral. La propuesta de Luther Fox (Kevin Dunn), la figura carismática y pragmática que dirige Elysian Fields, no es una simple oferta de trabajo, sino una invitación a confrontar la propia masculinidad. La película no juzga a Byron por sus acciones, sino que explora la motivación detrás de ellas: la necesidad de proteger a su familia y la búsqueda de la aprobación que nunca ha recibido. La dirección de Salles es brillante en cómo transmite esta ambivalencia. Se observan a los personajes con una frialdad observacional que permite al espectador llegar a sus propias conclusiones.

El guion, adaptado de un relato de Robert Kolker, es excelente, aunque no se aferra a soluciones fáciles. La película evoca un ambiente claustrofóbico y opresivo, capturando a la perfección la tensión emocional que atraviesa la familia Tiller. La fotografía, con su uso de colores apagados y una iluminación tenue, contribuye a este efecto, como si la propia película estuviera consumiéndose lentamente. No hay sorpresas dramáticas ni giros argumentales rebuscados; la fuerza de la película reside en la construcción gradual de la atmósfera y en el desarrollo del personaje de Byron, un hombre que se pierde en la búsqueda de un significado que quizás nunca encuentre.

Sin embargo, debo mencionar una ligera lentitud en el ritmo en algunas secuencias, que podrían haber beneficiado de un mayor dinamismo. A pesar de esto, "Servicio de Compañía" es una película inquietante, reflexiva y sorprendentemente conmovedora que invita a la introspección y a una reevaluación de nuestros propios valores. Es una obra que no te dejará indiferente.

Nota: 8/10