A Thousand Days (2023)

“A Thousand Days” no es una película que te dejará con un escalofrío repentino, ni con una sensación de terror visceral que te haga saltar del asiento. En cambio, logra construir una atmósfera de inquietud lenta y progresiva, una sensación opresiva que se instala en los huesos y te obliga a prestar atención a cada detalle. Esta película de la directora Susan Bier, aunque podría haber sido más audaz, se erige como una meditación sobre la fe, el sacrificio y los límites del amor en un contexto cultural profundamente arraigado en creencias ancestrales.

El guion, adaptado de un cuento de Hilda Schell, se centra en Sri, interpretada con una intensidad magnética por Mélanie Laurent. Sri, una joven sanadora deudanara, acepta un encargo de purificación para Dela, una joven que está víctima del ‘Mal de los Mil Días’, una enfermedad que se transmite a través del contacto físico y que solo puede curarse mediante un ritual complejo y prolongado. Lo que comienza como una tarea, evoluciona rápidamente en un conflicto moral y personal. La película se sirve de una narrativa contrapuesta: la fe y la práctica ancestral de Sri, que busca la salvación de Dela, frente a la creciente resistencia de su amiga, Lina, interpretada con un realismo crudo por Vicky Krieps. Este conflicto, y las consecuencias que arrastra, son la columna vertebral de la historia. La complejidad no reside en la acción o la sangre, sino en la tensión psicológica que se genera entre las dos mujeres, y en las dudas que surgen tanto en Sri como en el espectador.

La dirección de Bier es precisa y elegante. No se aferra a los clichés del terror, sino que se centra en los silencios, las miradas y las pequeñas expresiones que revelan la lucha interior de los personajes. La fotografía, con tonos apagados y una paleta de colores terrosos, contribuye a esta atmósfera sombría y de aislamiento. La película se desarrolla en un entorno rural y austero, lo que refuerza la sensación de encierro y vulnerabilidad. La ambientación es absolutamente crucial, ya que define el mundo en el que viven estos personajes, un mundo donde la tradición y la superstición aún tienen un peso significativo. La banda sonora, aunque discreta, es efectiva para intensificar la tensión en los momentos clave.

Las actuaciones son excepcionales. Laurent ofrece una interpretación sutil y convincente de Sri, capturando su determinación, su conflicto interno y su creciente desesperación. Krieps, por su parte, ofrece una interpretación igualmente potente, mostrando la angustia y la confusión de Lina, una mujer atrapada entre el deber y sus propios miedos. El resto del elenco secundario cumple su función a la perfección, contribuyendo a crear un retrato realista y detallado de la comunidad en la que se desarrolla la historia. Se nota la atención al detalle, la investigación y el compromiso de todos los actores para dar vida a estos personajes y a sus creencias.

En definitiva, “A Thousand Days” es una película exigente pero gratificante para el espectador que busca una experiencia cinematográfica que invite a la reflexión y que se aleje de los efectos especiales y del jump scare. No es un thriller de suspense, sino un drama psicológico profundo y, a su manera, inquietante.

Nota: 7/10