Sex and Zen (1991)

“Sex and Zen” es una propuesta cinematográfica tan extraña y desafiante como su premisa: un hombre, impulsado por un monje ermitaño, embarca en una búsqueda de auto-desconocimiento a través de la experimentación sexual radical, resultando en una serie de eventos surrealistas y perturbadores que culminan en la pérdida de su propio pene y su reemplazo por el de un caballo. La película no es un placer fácil de digerir; es una inmersión profunda en la lógica interna de un personaje obsesionado y en una filosofía que oscila entre el misticismo oriental y la autodestrucción.

La dirección de Steven D. Bailey es, sin duda, lo más llamativo de la película. Bailey se atreve a explorar la ambigüedad moral y la visceralidad de la historia con una fotografía naturalista y una puesta en escena minimalista que concentra la atención en los personajes y sus relaciones. La película no busca adornos visuales, sino que se basa en la fotografía y el sonido para construir una atmósfera de tensión y perturbación constante. Los planos largos, las composiciones inusuales y el uso del silencio son herramientas efectivas para transmitir la confusión y la alienación del protagonista, y para generar en el espectador una sensación incómoda de extrañamiento.

Las actuaciones son particularmente destacadas. David Dorfman, quien interpreta al protagonista, ofrece una interpretación absolutamente convincente. Su desempeño es el corazón de la película, transmitiendo con maestría la fragilidad emocional, la desesperación y la búsqueda desesperada de sentido de un hombre que ha perdido su rumbo. La evolución de su personaje, desde la arrogancia inicial hasta la desesperación final, es un viaje desgarrador que el espectador sigue con fascinación inquietante. El resto del elenco secundario, aunque con roles menores, contribuyen a la atmósfera general de la película con interpretaciones sutiles pero efectivas.

El guion, escrito por Dorfman y Bailey, es, sin duda, el elemento más controvertido. Se basa en la idea de la “Zen” como una forma de trascender las limitaciones del ego, pero a través de experiencias extremas y, en algunos momentos, profundamente perturbadoras. La película explora la relación entre deseo, renuncia y auto-realización, pero lo hace con una honestidad brutal y sin concesiones. No intenta justificar las acciones del protagonista ni ofrecer soluciones fáciles. La película se pregunta si el conocimiento que se obtiene a través de la experiencia puede ser realmente valioso, y si el precio que se paga por este conocimiento es demasiado alto. Es una cuestión filosófica que se plantea de manera provocadora, incluso si su ejecución puede resultar extraña para algunos.

Es importante señalar que "Sex and Zen" no es una película para todos los gustos. Su ritmo pausado, su tratamiento de temas controvertidos y su final ambiguo pueden resultar frustrantes para aquellos que buscan una narración lineal y un mensaje claro. Sin embargo, para aquellos que estén dispuestos a enfrentarse a una experiencia cinematográfica desafiante y profundamente personal, "Sex and Zen" puede ser una película reveladora. Es una obra que invita a la reflexión y que permanece en la memoria mucho después de que los créditos han finalizado.

Nota: 6/10