Sex, Lies and Sugar (2011)

“Sex, Lies and Sugar” no es una película que te deje dormido. Es un torbellino de estilismo, tensión sexual y un aire de desesperación disfrazado de elegancia estadounidense de los años 60. La película, dirigida por Robert Aldrich, se instala rápidamente en un ambiente opresivo, no precisamente romántico, donde el estatus social y el deseo de ser la “Hostess con la Más Gracia” se convierten en un campo de batalla con consecuencias nefastas. Aldrich construye una atmósfera densa y claustrofóbica, casi palpable, que se alimenta tanto de la fotografía de Daniel Draper – con esos colores pastel, las composiciones meticulosas y la luz que siempre juega en las sombras – como del guion, cuidado al detalle y lleno de diálogos agudos y subtextos explosivos.

El núcleo de la película se centra en la obsesión de tres mujeres (Sharon Tate, Margot Tenenbaum y Julie Andrews) por mantener una fachada de perfección y, en el proceso, desmoronar sus matrimonios y sus relaciones personales. Aldrich se abstiene de juzgar a sus personajes, permitiendo que el espectador presencie su caída en desgracia con una mezcla de fascinación y repulsión. Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Sharon Tate irradia un encanto magnético, aunque se desvela poco a poco su vulnerabilidad y su frustración. Margot Tenenbaum, como la esposa más radical y desafiante, aporta una complejidad que equilibra perfectamente el drama y el humor negro. Julie Andrews, en un papel menos convencional para ella, es cautivadora en su intento de mantener las apariencias mientras la moralidad se resquebraja. La química entre las tres actrices es notable y es fundamental para el dinamismo de la narrativa.

El guion, co-escrito por Aldrich y Billy Wilder, es un laberinto de pasiones ocultas y secretos peligrosos. La película explora con precisión la presión social que sufrían las mujeres en la época, la dificultad de encontrar una identidad propia en un mundo dominado por las expectativas masculinas y el devastador poder de los secretos. A pesar de la trama principal centrada en la infidelidad y el adulterio, la película va más allá, ofreciendo una reflexión sobre la vacuidad del éxito material y la superficialidad de las relaciones. La película no ofrece soluciones ni moralizantes, sino que se limita a exponer una realidad cruda y a menudo amarga. Es una película que te obliga a reflexionar sobre las consecuencias de la ambición desmedida y la pérdida de la inocencia.

“Sex, Lies and Sugar” no es un melodrama ligero. Es un drama psicológico intenso y provocador, con una estética impecable y actuaciones sobresalientes. La dirección de Aldrich es magistral y la película, a pesar de su temática arriesgada, se mantiene centrada en la humanidad de sus personajes y en la exploración de sus motivaciones. Es una obra que perdura en la memoria y que, a pesar de su ambientación específica, sigue resonando con las problemáticas actuales. Es una película que te confronta a tu propia vulnerabilidad y te obliga a preguntarte qué precio estás dispuesto a pagar por la felicidad o el reconocimiento.

Nota: 8.5/10