Shampoo (1975)

“Shampoo”, la comedia de Hal Ashby de 1975, no es una película que te deje con una sonrisa fácil, pero sí con una reflexión incómoda sobre el vacío y la superficialidad de la sociedad americana de los años 70. A primera vista, es una sátira mordaz sobre el mundo de la alta sociedad de Hollywood, pero la película trasciende el mero entretenimiento para convertirse en un retrato inquietante de la codicia, la infidelidad y la incapacidad de conectar de manera genuina.

La dirección de Hal Ashby es precisa y elegante. Ashby logra crear una atmósfera palpable de lujo y decadencia, utilizando la fotografía de Jack Carter para inundar la pantalla con colores vibrantes y una estética que, si bien es lujosa, revela una gran soledad y un desasosiego latente. Ashby evita caer en clichés, creando escenas que, aunque llenas de situaciones hilarantes, siempre llevan un componente de frialdad y manipulación. El ritmo de la película es deliberadamente pausado, permitiendo al espectador absorber la atmósfera y observando las interacciones entre los personajes, que son esencialmente vacías y obsesionadas con la apariencia.

El elenco es, sencillamente, excepcional. Warren Beatty, en su papel de George, ofrece una actuación desarmante y ligeramente patética. Su George es un hombre que ha construido su vida sobre el atractivo físico, la manipulación y la búsqueda incesante de placeres efímeros. Jill Clayburgh interpreta a Jill con una vulnerabilidad que contrasta brutalmente con la fachada de perfección de su entorno. Pero la actuación de Rod Steiger como Lester Burnham es, sin duda, la que más perdura. Steiger transmite a la perfección la desesperación y la vanidad de un hombre que, a pesar de su riqueza y poder, anhela desesperadamente ser deseado y, paradójicamente, lo logra a través de la destrucción de la vida de los demás. La química entre Steiger y Beatty es fascinante, un juego de poder y vulnerabilidad que es, en esencia, el motor de la película.

El guion, coescrito por Hal Ashby y Sherman Burgess, es inteligente y perspicaz. No se burla de los personajes, sino que los expone, revelando su vacuidad moral y sus motivaciones egoístas. Las conversaciones son afiladas, llenas de doble sentido y observaciones sobre la naturaleza de las relaciones humanas. La película no ofrece soluciones fáciles, simplemente muestra cómo la búsqueda del éxito y la aprobación social pueden llevar a la desintegración personal. La trama, aunque aparentemente compleja, se centra en una verdad simple: la falta de autenticidad y la búsqueda constante de validación externa. Es una crítica social implacable, disfrazada de comedia.

“Shampoo” no es una película para todas las edades ni para todos los gustos. Su humor es ácido y su mensaje es, a veces, perturbador. Sin embargo, es una obra maestra del cine cómico y social de los 70, que sigue siendo relevante en la actualidad. Es una película que invita a la reflexión sobre la superficialidad, la moralidad y la importancia de la conexión humana genuina.

Nota: 8.5/10