Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos (2021)

“Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” es una explosión de color, acción y reverencias a la mitología china que, en última instancia, resulta un espectáculo visualmente deslumbrante pero con algunas inconsistencias narrativas. Jonathan Liebergel y Destin Daniel Cretton han logrado trazar una aventura de superhéroes que, aunque no alcanza la profundidad emocional de otras obras del género, ofrece un entretenimiento sólido y con un evidente respeto por las raíces culturales que inspiran al personaje.

La película se centra en Shang-Chi (Simu Liu), un experto en artes marciales que ha pasado su vida huyendo de su pasado como el temido criminal Wenwu. Su vida aparentemente normal de agente inmobiliario se ve sacudida por el regreso de su padre, el malvado Wenwu, quien busca recuperar los Diez Anillos y dominar el mundo. La premisa es atractiva, pero es el guion el que, a veces, lucha por mantener el ritmo. Hay momentos de tensión genuina, sobre todo en las secuencias de combate, donde las habilidades de Shang-Chi se muestran de forma espectacular y creativa. Sin embargo, la trama se complica con demasiados subtramas y personajes secundarios, algunos de los cuales no llegan a desarrollarse completamente, diluyendo la importancia de los momentos clave. La motivación de ciertos villanos, en particular, podría haber sido más profunda y convincente.

La dirección de Cretton es notable. Ha logrado crear una atmósfera vibrante y llena de energía, utilizando Hong Kong como escenario principal para dar vida a la historia. La coreografía de las escenas de lucha, una mezcla audaz de artes marciales tradicionales con elementos de acción moderna, es realmente impresionante y se aprecia el trabajo de los coreógrafos. La banda sonora, impregnada de melodías orientales y ritmos electrónicos, complementa a la perfección las imágenes y la acción en pantalla. El uso de efectos especiales es de alta calidad, sin embargo, a veces, se prioriza la espectacularidad sobre la sutileza, lo que dificulta la inmersión del espectador.

Las actuaciones son sólidas. Simu Liu transmite la evolución de Shang-Chi de un hombre atormentado por su pasado a un héroe que acepta su responsabilidad. Meng-Na, interpretada por Michelle Yeoh, aporta una profundidad emocional y un peso dramático al papel de su mentor, Shang-Li. Pero el verdadero corazon del filme reside en el papel de Tony Leung como Wenwu, un villano complejo y con matices que, gracias a la interpretación de Leung, se presenta como una amenaza genuinamente amenazante. Su conflicto con Shang-Chi, profundamente arraigado en el pasado, es el eje central de la narrativa y lo hace sentir realmente humano, a pesar de su maldad.

En definitiva, “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos” es una adición sólida al universo cinematográfico de Marvel, un espectáculo visualmente rico y lleno de acción que, a pesar de sus defectos narrativos, ofrece una experiencia entretenida y gratificante. No es una obra maestra, pero sí un ejemplo bien hecho de cómo adaptar un personaje de cómic con raíces culturales profundas a la gran pantalla, con el respeto y la atención que merece.

Nota: 7.5/10