Shanghai (2010)

“Shanghai”, dirigida por Steven Chow, no es una película de acción en el sentido tradicional. Si bien la amenaza de la guerra y la persecución implacable del protagonista lo sugieren, la película se construye sobre una base de intriga psicológica y, sobre todo, un matiz de melancolía que la diferencia de otras producciones de espías de la época. La historia, ambientada en la Shanghai de 1947, es una red de secretos, ambiciones y deseos frustrados que se entrelazan para crear un drama con toques de romance, lo cual es, sin duda, el punto fuerte de la película.

La dirección de Chow es meticulosa y sutil. No busca la grandilocuencia, sino que se centra en la atmósfera de la ciudad, en el contraste entre el lujo y la miseria, la opulencia y la corrupción. La paleta de colores, especialmente los tonos ocres y dorados, evoca una sensación de nostalgia y decadencia, creando una imagen visualmente cautivadora que complementa la historia. La película se beneficia de una dirección de fotografía cuidada que establece el tono de la trama, sin sobrecargarla con efectos especiales. Lo más importante es la atmósfera.

Las actuaciones son sobresalientes. John Cusak, a pesar de ser conocido por su habilidad para interpretar personajes cínicos, ofrece una actuación matizada como Paul Soames, un hombre atormentado por la pérdida y el deber. Evita caer en clichés de la comedia negra, mostrando una vulnerabilidad y un conflicto interno creíbles. Ken Watanabe, en el papel del implacable agente japonés Tanaka, ofrece una presencia inquietante y una intensidad palpable. Sin embargo, la joya de la corona es Gong Li como Anna, la esposa de Lang-Ting. Su interpretación es excepcionalmente sutil, transmitiendo una mezcla de belleza, fuerza y melancolía. La química entre Li y Cusak es palpable, aunque se mantiene a distancia, lo que intensifica el misterio y el romanticismo no resuelto que impregna la película.

El guion, escrito por Steven Chow y Charles Herman-Jackson, es uno de los puntos más fuertes de la película. La trama se desarrolla de forma orgánica y llena de giros inesperados, manteniendo al espectador en vilo hasta el final. La novela de James Clavell sobre la que se basa la película es densa y compleja, y Chow logra traducir esa complejidad al cine, aunque sin perder la esencia de la historia. Sin embargo, el guion se beneficia de la paciencia del espectador, pues la trama se desarrolla lentamente, centrándose más en la construcción de personajes y la atmósfera que en la acción. Este enfoque, aunque puede resultar un poco lento para algunos, es lo que hace que "Shanghai" sea una experiencia cinematográfica memorable y diferente.

En definitiva, "Shanghai" es un thriller de espías elegante y sofisticado, que se aleja de los clichés del género y ofrece una visión íntima y conmovedora de la China de la época. Es un filme que recompensa la atención del espectador, invitándolo a reflexionar sobre temas como la moralidad, el deber y la búsqueda de la redención.

Nota:** 7/10