“Shanghai Surprise” (1938), un título que evocaba una mezcla de expectación y peligro, es una película que, a pesar de no alcanzar la gloria que tal vez buscaba, se erige como una curiosa joya del cine negro clásico. La película, dirigida con audacia por Frank Capra, no pretende ser un estudio profundo de la Guerra Civil China, sino más bien una divertida y a veces caótica aventura con un toque de comedia, ambientada en la bulliciosa y peligrosa Shanghai de 1937. La película, aunque a veces sencilla en su trama, logra capturar la esencia de una ciudad al borde del conflicto, donde la moralidad se difumina y la supervivencia es el objetivo principal.
Capra se estira en su dirección, logrando equilibrar el melodrama de la búsqueda del opio con una secuencia de acción frenética y un humor sutil pero efectivo. La puesta en escena es vibrante, con una Shanghai visualmente impactante, aunque evidentemente estilizada, que refleja la mezcla de culturas y la tensión social de la época. Los exteriores, especialmente, transmiten una sensación palpable de caos y peligrosidad, mientras que los interiores, aunque menos elaborados, contribuyen a la atmósfera opulenta y decadente de la ciudad.
El guion, coescrito por Capra y otros, se centra en la relación entre la joven y pragmática Dolores del Río, interpretada con una elegancia naturalista, y el corpulento y romántico Bob Henrie. Ambos, aunque con personalidades radicalmente diferentes, se ven forzados a trabajar juntos para encontrar el opio y, en el proceso, desarrollan una improbable – y a veces hilarante – relación. El desarrollo de su vínculo, que evoluciona de la mera colaboración a una forma de afecto, es uno de los puntos fuertes de la película. Sin embargo, el guion a veces recurre a clichés del género y a diálogos un tanto forzados, especialmente en las escenas de persecución. No obstante, el tono general es ligero y entretenido, evitando tomarse demasiado en serio los elementos dramáticos.
Las actuaciones son sólidas en su conjunto. Dolores del Río brilla con una presencia magnética, mostrando una notable capacidad para interpretar la mezcla de inteligencia y vulnerabilidad de su personaje. Bob Henrie, por su parte, ofrece una interpretación convincente como el héroe con un fondo de cobardía, y su química con Del Río es palpablemente real. El elenco de apoyo, con figuras como Raymond Rooney y Conrad Nagel, aportan matices interesantes a la trama. La película se beneficia de la presencia de actores veteranos que aportan credibilidad y veteranismo a la historia.
A pesar de sus defectos, “Shanghai Surprise” es una película que merece ser vista por su valor histórico y su encanto atemporal. Ofrece una visión particular de un período crucial de la historia china, con un fuerte componente de aventura, humor negro y una dosis de romance que la convierten en una experiencia cinematográfica agradable y diferente. Su ritmo ágil y sus secuencias de acción, aunque un poco exageradas, resultan entretenidas, y la banda sonora, aunque no especialmente memorable, complementa perfectamente la atmósfera de la película. Es una joya de valor oculto en el catálogo de Capra.
Nota: 7/10
