Sheena, reina de la selva (1984)

“Sheena, reina de la selva” (1984) es un filme que, a la luz del cine moderno, se presenta como un ejemplo paradigmático de la acción campy y de la escapista fantasía de los años 80. No es una obra maestra cinematográfica, por supuesto, pero tampoco un fracaso absoluto; es, en su esencia, una película divertida, aunque tremendamente simplificada, que ofrece una dosis considerable de glamour, aventura y, en el fondo, una crítica (aunque difusa) al colonialismo y la explotación de recursos. La película se sostiene sobre la base de un concepto interesante: la niña Sheena, abandonada y criada por una anciana sabia en el corazón de África, desarrolla una conexión profunda con la naturaleza y adquiere habilidades extraordinarias. Este trasfondo, sin embargo, no se explora con la profundidad que podría haberle dado mayor resonancia.

Tanya Roberts, en su papel como Sheena, entrega una interpretación que, a pesar de carecer de un gran arco dramático, se beneficia de su carisma natural y de su presencia física. Si bien su actuación es consciente y a veces un tanto artificiosa, Roberts se desenvuelve con facilidad en el papel de la guerrera amazónica, proyectando una imagen de fuerza y belleza salvaje. El antagonista, el Príncipe Kalunga (un actor menor de la época), aunque no llega a ser un villano memorable, cumple su función de ser el reflejo de la ambición despiadada y la búsqueda desenfrenada de poder. La relación entre Sheena y Vic Casey, el reportero del Daily News (interpretado por Ted Wass), es el corazón romántico de la película y, aunque predecible, ofrece momentos de genuino entretenimiento. Su química es evidente y contribuye a un tono ligero y desenfadado.

El director, J. Lee Thompson, se inclina por un estilo visual que recuerda a las películas de aventuras de los años 50, con un enfoque en la acción y las persecuciones en entornos exóticos. El vestuario, aunque exagerado y lleno de lentejuelas, cumple su función de subrayar la imagen de Sheena como la reina de la selva. Las escenas de lucha, coreografiadas de forma simple pero efectiva, son el punto fuerte de la película. Sin embargo, el guion presenta algunas inconsistencias y simplificaciones que, a veces, restan credibilidad a la historia. El desarrollo de la trama es rápido y, en ocasiones, precipitado, y la resolución final, aunque satisfactoria, carece de un impacto emocional significativo. La banda sonora, con melodías pegadizas y evocadoras, complementa la atmósfera aventurera de la película. Es una música que, si bien es genérica, contribuye a la inmersión en la historia.

En definitiva, “Sheena, reina de la selva” es una película de entretenimiento ligero y divertido, ideal para una noche de cine con amigos. No esperemos una profundidad narrativa o un desarrollo psicológico complejo, pero sí disfrutaremos de las persecuciones, el glamour y la aventura en un entorno exótico. Es un producto audiovisual de su época, que refleja las fantasías y los gustos de los años 80. No pretende ser un clásico, pero ofrece una experiencia cinematográfica que, en cierto modo, cumple su propósito.

Nota: 6/10