Sherlock Holmes: Juego de sombras (2011)

“Sherlock Holmes: Juego de Sombras” no es una revolución, ni mucho menos. Después de los desastrosos “Game of Shadows” (2011), Robert Downey Jr. y Guy Ritchie volvieron a poner a prueba nuestra paciencia, ofreciendo un thriller de espías en la Londres de 1895 que, si bien es entretenido, se siente como una versión más pulida y estilizada de sus predecesores. La película, en esencia, busca recuperar el espíritu de los relatos originales de Arthur Conan Doyle, pero, lamentablemente, lo hace con una excesiva dependencia del melodrama y una dirección que, aunque visualmente atractiva, a veces se sacrifica en favor de la ornamentación.

Guy Ritchie, conocido por su estilo frenético y su uso del montaje rápido, se toma un respiro en esta ocasión, pero la esencia de su sello distintivo aún se percibe. La película está llena de persecuciones de alta velocidad, explosiones y escenas coreografiadas que, aunque cumplen su función de mantener el ritmo, a menudo se sienten artificiales y desconectadas de la narrativa. La dirección, en general, es competente, pero carece de la sutileza y el control que se esperaría de un thriller de suspense. La banda sonora, como siempre, es potente y efectiva, pero a veces opaca la acción y el desarrollo de la trama.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Robert Downey Jr. vuelve a encarnar a Sherlock Holmes con su habitual carisma y agudeza mental, aunque su personaje se siente, en algunos momentos, un poco caricaturesco. Guy Ritchie como Mycroft Holmes aporta una calma relativa y un punto de contrapeso al frenesí de su hermano. Jude Law, en el papel de Watson, ofrece una interpretación sólida y creíble, aportando la voz de la razón y la empatía a la trama. Sin embargo, la introducción del Profesor Moriarty, interpretado por James Newman, es, en general, decepcionante. Su amenaza, aunque visualmente impactante, nunca llega a sentirse verdaderamente amenazante, quedando relegada a un papel de espectador en su propia trama. Newman, en cambio, aporta una intensidad contenida que le da algo de credibilidad al villano.

El guion, escrito por Steven Moffat y Matthew Penn, es probablemente el aspecto más débil de la película. Aunque intenta reintroducir elementos clásicos de los relatos de Sherlock Holmes, como la deducción lógica y el uso de pistas sutiles, lo hace de una manera que resulta a veces forzada y poco convincente. La trama se complica con demasiados subplots y personajes secundarios, lo que diluye la atención del espectador y dificulta la conexión con la historia principal. La atmósfera de misterio y suspense se ve comprometida por el exceso de melodrama y las situaciones inverosímiles. En definitiva, “Sherlock Holmes: Juego de Sombras” es un entretenimiento ligero y visualmente atractivo, pero que no llega a cumplir con las expectativas generadas por la figura icónica de Sherlock Holmes. Carece de la profundidad y la complejidad que hacen que la figura del detective sea tan fascinante.

Nota: 6/10