Shortwave (2016)

“Shortwave” es un ejercicio de atmósfera y tensión psicológica que, a pesar de sus debilidades narrativas, logra crear un ambiente inquietante y perturbador. La película, dirigida por Ben Young, no se trata de un thriller lleno de sustos baratos, sino de una lenta y gradual construcción de una sensación de peligro inminente, una inquietud palpable que se filtra en cada escena. El núcleo de la historia, la devastadora pérdida de una hija y la lucha de los padres por aferrarse a algo parecido a la normalidad, es abordada con una sensibilidad relativa, aunque la ejecución a veces le resta fuerza dramática al relato.

La dirección de Ben Young es el elemento más fuerte de la película. Utiliza la luz y la sombra de manera magistral, creando un espacio visual que se vuelve, poco a poco, opresivo. Las tomas largas, con frecuentes planos cerrados, refuerzan la sensación de aislamiento y la vulnerabilidad de los personajes. La fotografía, con una paleta de colores apagados y una iluminación tenue, contribuye significativamente a la atmósfera ominosa, simulando una persistente niebla de melancolía y desasosiego. Se nota un evidente homenaje a obras como “The Babadook” y “Rosemary’s Baby”, pero con un enfoque más íntimo y menos grandilocuente. El sonido, con sus sutiles distorsiones y los ecos persistentes, también juega un papel fundamental para generar tensión. Es un ejemplo de cómo el entorno puede ser tan amenazante como los personajes.

Las actuaciones son sólidas, en general. Josh Harmon como Daniel, el padre, ofrece una interpretación cautivadora, transmitiendo la desesperación y la frustración de un hombre que intenta aferrarse a la cordura, a pesar del dolor. Sin embargo, es en la actuación de Kyla Pruitt como Isabel quien reside la mayor parte del interés. Su interpretación de una mujer en proceso de desintegración mental es particularmente convincente. Las alucinaciones de Isabel, presentadas con un realismo inquietante, son el motor de la trama y la fuente de la mayor parte de la tensión. No obstante, la película podría haber aprovechado más la ambigüedad de su estado mental, dejando que la audiencia cuestionara si las visiones de Isabel eran producto de su dolor o de algo más siniestro. A veces, la película se inclina demasiado por el lado de lo sobrenatural, diluyendo ligeramente el impacto psicológico de la historia.

El guion, aunque efectivo en la creación de la atmósfera, sufre de algunas inconsistencias. La trama se desarrolla a un ritmo pausado, que puede resultar tedioso para algunos espectadores. La resolución final, aunque satisfactoria en cuanto a la explicación del fenómeno central, carece de la complejidad y el impacto emocional que podría haber tenido. Se siente como una conclusión precipitada, un poco apresurada después de horas de construcción de la incertidumbre. No obstante, la película logra mantener el interés del espectador gracias a su atmósfera opresiva y a la excelente dirección de arte, que crea un entorno perturbador y memorable. Es una película que permanece en la mente mucho después de haberla visto, invitando a la reflexión sobre el duelo, la pérdida y los límites de la razón.

Nota: 6.5/10