Showing Up (2022)

“Showing Up”, la nueva película de Chris Evans, se presenta como un estudio sutil y conmovedor sobre la vida de Amy (Michelle Williams), una escultora que se encuentra en un punto de inflexión creativo y personal. La película, lejos de buscar el melodrama explosivo, opta por una narrativa íntima y realista que se adentra en la complejidad de las relaciones humanas, la búsqueda de la autenticidad y las dificultades inherentes a la creación artística. No se trata de una película que te dará la espina dorsal, sino de una que se instala en tu interior y te deja pensando en las pequeñas decisiones, los momentos de conexión y las imperfecciones que conforman la experiencia humana.

Chris Evans, en un papel que rompe radicalmente con su imagen de superhéroe, entrega una actuación sorprendentemente vulnerable y reservada como Brandon, el compañero de Amy. Su presencia se centra en el apoyo emocional, la paciencia y la aceptación silenciosa, cualidades que contrastan maravillosamente con la intensidad habitual de sus roles anteriores. Es un cambio de registro que demuestra su versatilidad actoral y, francamente, una de las mayores fortalezas de la película. Pero el verdadero foco narrativo y emocional reside, indiscutiblemente, en Michelle Williams. Su interpretación es sublime, transmite la fragilidad, la inseguridad, la ira y la ternura de Amy con una honestidad brutal. No se trata de una actuación “actuada”, sino de una representación visceral del dolor, la frustración y el anhelo por encontrar un significado más profundo. Williams logra captar la esencia de una mujer que lucha por encontrar su voz, tanto en el arte como en su vida personal.

El guion, co-escrito por Chris Evans y Gabe Polomares, es el alma de la película. Se basa en la obra de teatro homónima de Annie Baker, y su estilo naturalista y minimalista refleja la vida cotidiana, las conversaciones sin artificios y las micro-expresiones que revelan la verdad emocional. Hay diálogos sorprendentemente honestos y momentos de silencio que hablan más que cualquier palabra. La película no rehuye las imperfecciones: las discusiones acaloradas, las tensiones familiares, las rutinas aburridas. Sin embargo, en medio de este caos, emerge una profunda conexión entre los personajes y una reflexión sobre cómo las experiencias dolorosas pueden convertirse en catalizadores para la creatividad. La dirección de Ari Mark es precisa y observacional, logrando crear una atmósfera auténtica y sin artificios, como si simplemente estuviéramos presenciando un fragmento de la vida real.

A pesar de su ritmo pausado y su enfoque en la vida cotidiana, “Showing Up” es una película profundamente resonante. No intenta ofrecer respuestas fáciles ni soluciones mágicas. En cambio, nos invita a contemplar la belleza y la complejidad de las relaciones humanas, la importancia de la vulnerabilidad y el poder de la perseverancia. Es una película que te recordará que la autenticidad y la conexión son, en última instancia, lo que realmente importa.

Nota: 8/10