Si de verdad quieres... (2012)

“Si de verdad quieres…” no es una película que te impresione con grandilocuencia visual o espectáculos deslumbrantes. Es, en cambio, una pieza de cine notablemente sutil y visceral, un retrato íntimo y dolorosamente honesto de un matrimonio en crisis. La dirección de Charles Hinson es precisa y deliberada, cultivando una atmósfera de incomodidad constante, un espacio donde las palabras, a menudo, no pueden expresar lo que se siente. El uso del espacio y la cámara es excelente; Hinson permite que los personajes resbalen sin ser forzados, mostrando la desarmada realidad de su desmoronamiento.

La columna vertebral de la película, obviamente, es la potente química entre Meryl Streep y Tommy Lee Jones. Ambos actores ofrecen interpretaciones magistrales que se alimentan mutuamente. Streep, como Ruth, es absolutamente brillante, transmitiendo una mezcla compleja de exasperación, resentimiento, y un dolor latente que apenas se atreve a mostrar. Su Ruth es una mujer que ha dado mucho a su matrimonio y que, al enfrentarse a la posibilidad de perderlo, se ve obligada a confrontar un legado de silencios y oportunidades perdidas. Jones, por su parte, encarna al ex marine, Ben, con una amargura contenida que es tan devastadora como su aparente calma. El juego entre sus personajes es un baile peligroso, lleno de miradas furtivas, momentos de silencio cargados de significado, y explosiones de ira que, paradójicamente, no llegan a ser realmente dramáticas. Jones logra evitar la caricatura, ofreciendo una vulnerabilidad subyacente que es fundamental para comprender la profundidad de su conflicto.

El guion, coescrito por Charles Hinson y David Guggenheim, se centra en la comunicación fallida y la dificultad de expresar las propias necesidades dentro de una relación a largo plazo. No hay héroes ni villanos aquí, solo dos personas lidiando con las consecuencias de décadas de decisiones y omisiones. La película evita el melodrama barato y se concentra en los pequeños detalles: una palabra mal dicha, un gesto pasado por alto, una mirada que revela más de lo que se espera. El diálogo es mordaz, a menudo implícito, y las secuencias de flashbacks, aunque breves, son cruciales para entender la evolución de la relación. Lo que funciona particularmente bien es la película no ofrece respuestas fáciles; la única conclusión es que algunos vínculos se rompen no por una causa única, sino por la acumulación de silencios y la falta de voluntad para hablar.

La película no es fácil de ver. Su honestidad brutal puede ser incómoda, incluso dolorosa. Pero es precisamente esa intensidad, esa falta de sentimentalismos, lo que la convierte en una experiencia cinematográfica memorable. “Si de verdad quieres…” es un recordatorio contundente de que el amor, incluso el más profundo, requiere un esfuerzo constante y la disposición a enfrentarse a la verdad, aunque esa verdad sea amarga. Es un retrato del envejecimiento, del arrepentimiento y de la complejidad de la condición humana, todo ello envuelto en un drama de relaciones con una dignidad y un realismo notables.

Nota: 8/10