Si decido quedarme (2014)

“Si decido quedarme” es una película que, en primer lugar, te golpea por la visceralidad de su premisa. La historia, contada a través de la mirada de Mia, es un recordatorio brutal de la fragilidad de la vida y la manera instantánea en que puede desmoronarse todo lo que uno valora. La dirección de Andrew Haigh es impecable; logra un equilibrio delicado entre la esperanza y la desesperación, evitando caer en melodramáticos clichés y se centra en la experiencia humana esencial. Haigh sabe que la belleza reside en los pequeños detalles, en la quietud de las miradas, en las conversaciones fragmentadas que revelan la inmensidad del dolor. El uso de la cámara es contemplativo, permitiendo al espectador sumergirse en la introspección de Mia y en la atmósfera opresiva de la situación.

El corazón de la película reside en las actuaciones. Florence Pugh y Jude Hill ofrecen interpretaciones extraordinarias. Pugh, en particular, destila una vulnerabilidad convincente. Su Mia es una joven que, al principio, irradia vitalidad y ambición, pero que tras el accidente se transforma en un alma desgarrada. La química entre Pugh y Hill es palpable; la conexión que se establece entre sus personajes, que van desde la amistad hasta una atracción inevitable, es lo que da al relato su fuerza emocional. Hill, a su corta edad, demuestra una madurez sorprendente, capturando la confusión, el miedo y la pérdida de un joven que se enfrenta a un dolor inimaginable. No es un papel fácil, ni tampoco lo es para Pugh, pero ambas actrices lo manejan con una honestidad brutal que no deja indiferente.

El guion de Andrew Haigh, adaptado de la novela de la misma autora, es el elemento más complejo de la película. La historia no se centra en el accidente en sí, sino en las consecuencias inmediatas y el lento proceso de reconstrucción emocional. El guion es sutil, evitando explicaciones fáciles y dejando que las emociones fluyan de manera natural. Las conversaciones entre Mia y su mejor amiga, Rose (Sophia Somerville), son especialmente significativas, ofreciendo momentos de humor negro y consuelo entre la tormenta. Sin embargo, también hay pasajes que podrían beneficiarse de mayor desarrollo, particularmente aquellos que rodean la relación entre Mia y un terapeuta que intenta guiarla a través del proceso de duelo. El ritmo de la película, deliberadamente lento, permite a la audiencia conectar con las emociones de los personajes a un nivel profundo, pero también podría resultar excesivamente pausado para algunos espectadores. La película no ofrece respuestas, se limita a preguntar: ¿cómo se vive con la pérdida? ¿Cómo se reconstruye después de la destrucción?

En definitiva, “Si decido quedarme” es una película profundamente conmovedora y visualmente impactante. No es una experiencia fácil, ni tampoco ligera, pero es una obra de arte que merece ser vista y reflexionada. Es un recordatorio del poder de la amistad, del amor y de la esperanza, incluso en los momentos más oscuros. Es una película que, a pesar de su temática pesada, te deja con una sensación agridulce, con la esperanza de que, al final, se pueda encontrar la fuerza para seguir adelante.

Nota: 8/10