Sicario: El día del soldado (2018)

“Sicario: El Día del Soldado” es una película que, a pesar de arrancar desde una premisa intrigante, se queda en una ejecución que, aunque técnicamente impecable, se siente sorprendentemente decepcionante comparada con su predecesora. Denis Villeneuve ha optado por un tono aún más sombrío y claustrofóbico, y aunque esto ha sido bien recibido por algunos, en mi opinión, corre el riesgo de ahogar la narrativa y la empatía que definió a "Sicario" (2015).

La película se centra en la escalada de violencia y la corrupción que permea la región fronteriza, y la estrategia de Matt Graver (Josh Brolin) de utilizar la rivalidad entre los cárteles como un arma contra ellos es un giro interesante. Sin embargo, el guion, aunque mantenido a un alto nivel de tensión constante, carece de la profundidad psicológica y la ambigüedad moral que la convirtió en un thriller tan cautivador hace tan solo cinco años. El ritmo se siente a veces apresurado, sacrificando momentos de reflexión y desarrollo de personajes por el simple hecho de mantener el “drama” a toda costa. La película no se atreve a cuestionar por completo el coste de la guerra, optando por presentarla como una necesidad inevitable, lo cual es, en mi opinión, una debilidad importante.

La dirección de Villeneuve es, por supuesto, de la más alta calidad. Su uso de la luz y la sombra, la fotografía desoladora y la banda sonora inquietante crean una atmósfera opresiva que te atrapa desde el primer minuto. La película está visualmente asombrosa y es un ejemplo perfecto de cómo el cine puede evocar emociones fuertes sin necesidad de recurrir a la violencia explícita. No obstante, la tensión visual, por sí sola, no logra compensar la falta de sustancia en el argumento.

Las actuaciones son sólidas en general. Josh Brolin ofrece un retrato convincente de un hombre desgastado por la guerra, consumido por la necesidad de obtener resultados, incluso a costa de su propia conciencia. Emily Blunt, como Cara, la agente de la DEA, aporta una fuerza y determinación admirable, pero su personaje se siente, a veces, como una mera herramienta narrativa en el plan de Graver. Alio Tanackian, en su breve pero impactante papel como el joven torturador, proporciona una brutalidad visceral que resalta el horror de la situación.

A pesar de sus méritos técnicos, "Sicario: El Día del Soldado" se siente como una re-elaboración, un intento de replicar el éxito de la primera película sin aportar una nueva perspectiva o una profundidad temática real. En lugar de explorar las consecuencias devastadoras de la guerra contra las drogas, se limita a mostrarla como un ciclo interminable de violencia y desesperación. Es una película tensa, visualmente impresionante, pero emocionalmente distante.

Nota: 7/10