Siempre a mi lado (2010)

“Siempre a mi lado” (Always, Darling) no es, precisamente, una obra maestra que redefine el género romántico dramático. Sin embargo, la película, dirigida con sensibilidad por Chiwetel Ejiofor, logra un impacto emocional considerable gracias a su enfoque lento y contemplativo, y a la poderosa interpretación de su protagonista. La historia, que explora el duelo, la pérdida y la búsqueda de la felicidad tras la muerte de un hermano, no se basa en giros argumentales espectaculares, sino en la construcción gradual de personajes complejos y en la honestidad de sus emociones. Ejiofor, además de dirigir, ofrece una actuación sobresaliente como Charlie St. Cloud, un joven atrapado en una eterna lucha entre el pasado y el presente, y su introspección visual y emocional es palpable en cada escena. La dirección de Ejiofor evita la melodramatización excesiva, optando por un estilo más sutil y poético, con largos planos que marcan el tiempo y enfatizan la soledad del protagonista.

La película se centra en Charlie, un joven que, tras la muerte de su hermano Sam, se refugia en el cementerio donde este yace enterrado. El enlace con Sam no es una mera fantasía, sino una conexión real, lo que permite a Charlie mantener una conversación y una relación con su hermano fallecido. Esta premisa, aunque inicialmente fuera de lo común, se introduce de manera creíble y se integra en la narrativa de una forma que no resulta gratuita ni artificiosa. La relación entre Charlie y Sam, aunque evocadora, no cae en la repetición de clichés sobre el duelo. Se explora la idea del duelo como un proceso continuo, un vacío persistente que, sin embargo, puede ser llenado con nuevas relaciones y experiencias. La actuación de David Oyelowo como Sam, en las apariciones espectrales, es particularmente convincente; logra transmitir la inocencia y la vulnerabilidad de un niño que ha partido demasiado pronto.

El guion, adaptado de la novela de John Green, no carece de fallos. Algunas escenas pueden resultar un poco lentas y repetitivas, y el desarrollo del romance con la nueva vecina, Hannah (Kaya Scodelario), se siente un tanto forzado. Sin embargo, la película logra compensar estas debilidades con su honestidad emocional y con la profundidad de sus personajes. La banda sonora, compuesta por Nicholas Britell, es fundamental para el tono melancólico y esperanzador de la historia, elevando la experiencia visual y emocional. Las escenas en el cementerio, con la luz difusa y el sonido del viento, crean una atmósfera inquietante y conmovedora, subrayando la fragilidad de la vida y la importancia de los recuerdos.

En definitiva, "Siempre a mi lado" es una película que, aunque no alcanza la grandeza de otras obras del género, ofrece una reflexión sobre el duelo, la pérdida y la capacidad de superar el pasado. Es una historia sobre encontrar la fuerza para seguir adelante después de una tragedia, y sobre la importancia de seguir viviendo y amando, incluso cuando el corazón está roto. La película no busca emocionar a toda costa, sino ofrecer una experiencia emocionalmente resonante que invita a la reflexión. Es una película sobre la esperanza, incluso en los momentos más oscuros.

Nota: 7/10