Siempre puntual (1986)

“Siempre puntual” es una comedia ligera y sorprendentemente agradable, una de esas películas que no pretenden cambiar el mundo, pero sí ofrecer un escape cómico rápido y efectivo. La historia, aparentemente sencilla, se centra en Brian Stimpson, un profesor de instituto británico cuya obsesión por la puntualidad se ve frustrada por una serie de eventos fortuitos que culminan en una conferencia en Norwich. La premisa es atractiva desde el principio, y la película se beneficia de una ejecución donde la comedia surge más de la situación que de chistes elaborados, lo que le da una autenticidad que a menudo se pierde en este género.

La dirección de Richard Eyre es discreta pero precisa. Evita los excesos visuales y se centra en el desarrollo de la situación, permitiendo que el humor brote de las interacciones entre los personajes y los desastres que se desprenden. La película se mueve con un ritmo constante, manteniendo el interés del espectador a lo largo de su duración. Eyre consigue crear una atmósfera de humor amable, que se basa en la ternura de los personajes y en las consecuencias cómicas de sus acciones.

El reparto es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Michael Caine, como Brian Stimpson, ofrece una actuación brillante. Su interpretación captura a la perfección la personalidad de un hombre meticuloso y perfeccionista, que lucha por mantener el control en medio del caos. Caine transmite una mezcla de exasperación y afecto hacia su personaje, lo que lo convierte en un protagonista entrañable. Jennifer Saunders, como la mujer de Brian, proporciona un alivio cómico constante con su personalidad excéntrica y sus diálogos ingeniosos. El resto del elenco secundario también cumple su función con aplomo, contribuyendo a la atmósfera general de la película.

El guion, aunque no particularmente original, es sólido y bien construido. La trama se basa en situaciones creíbles, aunque exageradas, que se desarrollan de forma natural. La película explora temas como la presión social, la importancia de la puntualidad y la búsqueda de la felicidad, pero sin caer en mensajes moralistas. Se centra en la comedia y en las relaciones humanas, ofreciendo un retrato ligero y divertido de la vida cotidiana. Los diálogos son inteligentes y bien escritos, y contribuyen a la construcción de los personajes y al desarrollo de la trama. Es una comedia con sustancia, que no se limita a contar una historia, sino que explora las emociones y las motivaciones de sus personajes.

En definitiva, “Siempre puntual” es una comedia inteligente y bien actuada que ofrece una experiencia agradable y entretenida. No es una obra maestra, pero sí una película que merece la pena ver si se busca un escape cómico sin pretensiones. La capacidad de la película para hacer reír sin caer en clichés y para presentar un personaje complejo y simpático es un punto a favor. Una película que te da una sonrisa y que no te deja indiferente.

Nota: 7/10