Siete almas (2008)

“Siete almas” es un thriller psicológico que, en su ejecución, logra un equilibrio interesante entre la ambigüedad y la tensión, aunque finalmente no llega a explotar todo su potencial. La película, bajo la dirección de Rob McKittrick, nos presenta a Ben Thomas, interpretado con una sutileza admirable por Dan Stevens, un inspector de Hacienda aparentemente obsesionado con “ayudar” a personas aparentemente necesitadas. Este enfoque, inicialmente enigmático, se convierte en el núcleo de una trama donde la frontera entre la benevolencia y la manipulación se desdibuja constantemente, generando un clima de inquietud que permanece con el espectador mucho después de que los créditos finales ruedan.

Stevens ofrece una actuación sólida y contundente. Su Ben es un hombre atormentado, marcado por un pasado turbulento que se revela gradualmente a través de flashbacks fragmentados y conversaciones cargadas de implicaciones. La fuerza de su interpretación reside en su capacidad para transmitir un sentimiento de vulnerabilidad y desconfianza, haciéndonos cuestionar sus motivaciones desde el principio. La película se beneficia enormemente de su interpretación, que evoca una mezcla de empatía y sospecha que es esencial para el éxito de la trama. La química entre Stevens y la joven Emily, interpretada por Matilda De Angelis, es palpable y dinámica, añadiendo una capa de complejidad emocional a la historia. De Angelis, a pesar de tener menos tiempo en pantalla que Stevens, aporta frescura y una belleza inquietante al personaje.

El guion, aunque meticuloso en la construcción de la atmósfera y en la presentación de los personajes, lucha ocasionalmente con la velocidad del ritmo. Si bien la lentitud deliberada es efectiva para crear suspense, en algunos momentos puede sentirse un tanto repetitiva. La película se basa en la sugerencia y la insinuación más que en la exposición directa, lo cual es un recurso narrativo interesante, pero que podría haber sido utilizado con mayor maestría. Las motivaciones de Ben, aunque progresivamente reveladas, no llegan a ser completamente satisfactorias. Se insinúan conexiones oscuras y una agenda enigmática, pero la película no se molesta en explicar el panorama completo, dejando al espectador con algunas preguntas sin respuesta. La estructura narrativa, que alterna entre el presente y el pasado de Ben, funciona bien, pero podría haber sido más fluida, evitando algunas lagunas temporales que interrumpen el flujo de la historia.

Visualmente, “Siete almas” es un film bien logrado. La fotografía, con tonos fríos y una paleta de colores apagada, contribuye a la sensación de inquietud y aislamiento que impregnan la narrativa. La dirección artística es funcional, sin excesivas extravagancias, pero efectiva para crear un ambiente opresivo y claustrofóbico. El diseño de sonido también juega un papel importante, con música ambiental inquietante y efectos de sonido que intensifican la sensación de tensión. En última instancia, “Siete almas” es un thriller psicológico interesante que, aunque con algunas fallas, merece la pena ver por su atmósfera envolvente y las sólidas actuaciones de sus protagonistas. No es una obra maestra, pero es un entretenimiento inteligente y reflexivo.

Nota: 7/10