Siete novias para siete hermanos (1954)

“Siete Novias para Siete Hermanos” es una comedia salvaje y desconcertante que, a pesar de sus evidentes similitudes con “Los siete magníficos” de Sergio Leone, logra imprimir su propia personalidad. No es una obra maestra, ni pretende serlo, pero sí una experiencia cinematográfica peculiar y, en cierto modo, inquietante. La película, dirigida por Larry Klaff, se basa en una premisa absurda: siete hermanos leñadores, perdidos en la soledad de las montañas, deciden que la única solución a su amargura soltera es casarse. Y no cualquier novia, sino siete, llevadas a su humilde morada para que, en un ambiente de aparente paz rural, construyan sus nuevos hogares.

La dirección de Klaff es precisa, enfocándose en el grotesco y lo ridículo. Hay una evidente influencia de las comedias de enredos del cine de gángsters, pero con un toque de parodia y una estética que recuerda a las películas de terror de serie B de los 70. La ambientación es crucial. El paisaje es crudo, imponente y, a la vez, claustrofóbico, reflejando la soledad y el aislamiento de los Pontipee. La banda sonora, con su mezcla de música country y elementos electrónicos, contribuye a crear una atmósfera única, a la vez nostálgica y perturbadora. Sin embargo, a veces el estilo visual puede resultar un poco recargado, dificultando la inmersión en la historia.

El reparto es, en su mayoría, excelente. Tim McIntire como Adam Pontipee, el hermano mayor, transmite con éxito la frustración y la desesperación de un hombre que intenta encontrar una salida a su soledad. Pero el verdadero premio de la película son las interpretaciones de los hermanos menores, especialmente Travis Whitfield como Caleb. El actor aporta una vitalidad inesperada a un personaje que, en manos de otros, podría haber resultado plano. Las actrices que interpretan a las siete novias también cumplen su cometido, demostrando una sorprendente versatilidad frente a la cámara. La química entre los actores, y la dinámica entre los hermanos, es uno de los puntos fuertes de la película.

El guion, por otro lado, es donde la película más claramente se muestra vulnerable. La premisa es exagerada, lo que lleva a situaciones cada vez más absurdas y poco convincentes. Aunque la comedia a menudo funciona, a veces la película se inclina demasiado hacia lo grotesco, perdiendo el equilibrio y el ritmo. Algunos diálogos son torpes y la trama, en su desarrollo, carece de profundidad. Sin embargo, se puede apreciar un intento de satirizar las obsesiones sociales por el matrimonio y las convenciones sociales. Es una sátira mordaz, aunque con un tono a veces demasiado agresivo. La película juega con la tensión entre lo cómico y lo perturbador, aunque no siempre lo logra de forma efectiva.

A pesar de sus fallas, “Siete Novias para Siete Hermanos” es una experiencia cinematográfica memorable. Su estilo visual distintivo, sus actuaciones sólidas y su humor peculiar la convierten en una película que no se olvida fácilmente. No es perfecta, pero sí ofrece una visión única de la naturaleza humana y de las obsesiones que nos impulsan.

Nota: 6.5/10