Siksa Kubur (2024)

“Siksa Kubur” (La tumba) es, ante todo, una experiencia visceral, que desafía la comodidad del espectador y lo confronta con la fragilidad de la fe, el peso del luto y las profundas raíces que aferran a las creencias ancestrales en una comunidad rural indonesia. La película, dirigida con una meticulosa lentitud y una sensibilidad admirable por parte de Agussya Härryanto, no busca la espectacularidad o el thriller convencional; en cambio, construye una atmósfera de inquietud constante, basada en la repetición, el silencio, las imágenes oníricas y el uso magistral del sonido. Es una película que se absorbe en tu mente mucho después de que los créditos finales se despliegan.

La historia de Sita, interpretada con una fuerza contenida y un realismo conmovedor por parte de Ratih Kusumanegara, se centra en su viaje para desacreditar la creencia en espíritus malignos que acechan después de la muerte. Su búsqueda la lleva a un pueblo aislado donde el luto no es una simple etapa transitoria, sino una fuerza que permea todos los aspectos de la vida. La actuación de Kusumanegara es especialmente brillante, ya que evita cualquier melodrama exagerado, transmitiendo a través de miradas, gestos y silencios la confusión, el dolor y la creciente desconfianza de su personaje. Se nota que la actriz ha profundizado en la psicología de Sita, dándole una dimensión de vulnerabilidad y resistencia que resulta profundamente impactante.

La dirección de Agussya Härryanto se caracteriza por un enfoque deliberadamente contemplativo. El ritmo de la película es pausado, dando tiempo al espectador para reflexionar sobre las imágenes y la situación de los personajes. La fotografía, realizada por Ega Bagaskara, es sumamente efectiva, utilizando una paleta de colores apagados y una iluminación natural que contribuye a la sensación de aislamiento y opresión. El sonido, crucial en la construcción de la atmósfera, juega un papel fundamental, con el uso de sonidos ambientales, cantos rituales y susurros que generan una tensión palpable. Es importante destacar el uso de la música tradicional indonesa, que no es simplemente un acompañamiento, sino un elemento narrativo que refuerza los temas de la película.

El guion, adaptado del cuento de Rahmato Harsono, es, quizás, el elemento más poderoso de “Siksa Kubur”. Evita explicaciones y dogmas, optando por mostrar las consecuencias de la fe ciega y la incomprensión. La película plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza del luto, la influencia de las creencias populares y la importancia del diálogo. No ofrece respuestas fáciles, sino que invita al espectador a reflexionar sobre sus propias convicciones. El guion no es fácil; exige paciencia y una mente abierta, pero la recompensa es una experiencia cinematográfica única y profundamente conmovedora. La película, en su esencia, es una meditación sobre el duelo, la superstición y el camino hacia la comprensión.

Nota: 8/10