“Silentium” es, en esencia, un thriller psicológico atmosférico que se instala en la sombría ciudad de Salzburgo, Austria, y se aferra a ti como una niebla persistente. Dirigida por Dominik Urban, la película no ofrece grandes explosiones o giros argumentales deslumbrantes, sino que construye una tensión casi palpable a través de la observación minuciosa y la lentitud deliberada. La narrativa se centra en la muerte de un hombre que, durante años, acusó a un obispo católico de abusos infantiles. El consenso generalizado, apoyado por la falta de pruebas contundentes, es que se trataba de un suicidio. Sin embargo, la meticulosa detective Simon Brenner, un personaje inherentemente singular y profundamente atormentado, sospecha que algo más se esconde tras la superficie.
La película destaca por la dirección visual de Urban, que utiliza la belleza austríaca, con sus imponentes edificios barrocos y sus calles empedradas, para crear un contraste inquietante con la oscuridad moral que se revela en la historia. La paleta de colores es, en general, apagada y melancólica, reforzando la sensación de opresión y secreto. La banda sonora, compuesta por Julian Schnabel, es igualmente efectiva, utilizando piezas de música clásica y sonidos ambientales para intensificar la atmósfera y generar una sensación de inquietud constante. El sonido, en particular, juega un papel crucial, con el uso de silbidos y murmullos que sugieren la presencia de voces ocultas.
La actuación de Burghart Waitz como Simon Brenner es, sin duda, el eje central de la película. Waitz ofrece una interpretación magistral, construyendo un personaje complejo y profundamente vulnerable. Brenner no es un héroe convencional; es un hombre con sus propios demonios, un observador desapegado que lucha contra sus propios traumas y la incapacidad de hacer justicia. Su mirada, a menudo perdida en la contemplación, transmite una profunda empatía hacia la víctima y, al mismo tiempo, una desconfianza palpable hacia el sistema. El resto del elenco secundario, aunque limitado, también ofrece interpretaciones sólidas, especialmente Cornelia Ewers como la enigmática viuda, cuya presencia inquietante añade otra capa de misterio a la trama.
El guion, adaptado de una novela de Martin Birrenkoph, es inteligente y construido con gran cuidado. No depende de la sorpresa fácil; en cambio, explora temas profundos como la memoria, el poder de la iglesia, la verdad y el abuso de autoridad. La película no ofrece respuestas fáciles; la ambigüedad es una constante, y el espectador se queda con más preguntas que respuestas. El ritmo pausado, si bien puede resultar desafiante para algunos espectadores, es esencial para el desarrollo de la tensión psicológica. El guion también exhibe una notable habilidad para insinuar, creando un sentido de incomodidad y desasosiego que se mantiene a lo largo de toda la película. A pesar de su lentitud, la historia es atrapante y, en última instancia, ofrece una reflexión inquietante sobre la fragilidad de la verdad y la dificultad de romper el silencio que corrompe una sociedad.
Nota: 7.5/10