Simetría (2003)

“Simetría” no es una película que se asiste; es una que se experimenta. La dirección de Robert Czyz, a pesar de su estética deliberadamente austera, logra crear una atmósfera claustrofóbica y palpable, donde el peso del aislamiento y la amenaza constante se sienten como una segunda piel. Czyz se aleja del melodrama convencional, optando por un ritmo pausado y contemplativo que, si bien puede resultar lento para algunos espectadores, es crucial para construir la tensión y la sensación de desesperación que permea la trama. La película se nutre de la quietud, de los espacios vacíos, de las miradas significativas, y en ello reside gran parte de su efectividad.

El núcleo de la narrativa, la confrontación de Lukasz con el universo brutal de “Grypsera”, está magistralmente representada. La película no busca glorificar la vida criminal, sino mostrarla en su cruda realidad: un sistema de jerarquías, castigos rituales y una moralidad retorcida. Este entorno, tan alienígena a la sociedad, se explora con una honestidad inquietante, sin caer en clichés ni simplificaciones. La filmografía de Robert Czyz se vislumbra como una exploración constante de los límites de la humanidad, y “Simetría” es un ejemplo contundente de ello. El uso de la luz, especialmente en las escenas de rituales, es particularmente impactante, creando imágenes oníricas y perturbadoras que se quedan grabadas en la mente.

Las actuaciones son sobresalientes en todos los niveles. Jan Kosin, como Lukasz, ofrece una interpretación sutil y convincente, transmitiendo la angustia y el creciente conflicto moral del protagonista de manera excepcional. No se limita a interpretar un hombre acusado de un crimen; encarna la lucha interna de un individuo que se enfrenta a una elección imposible. La película también cuenta con un reparto secundario sólido, cada actor aportando una dimensión específica al universo de "Grypsera". Sin embargo, es la interpretación de los personajes secundarios, especialmente aquellos que encarnan el poder y la crueldad de la cárcel, lo que le da una textura real y aterradora a la historia.

El guion, adaptado de una novela de Piotr Niédlicki, es la piedra angular de la película. La trama se complica y se vuelve aún más absorbente a medida que se introduce el pederastro, un elemento que obliga a Lukasz a tomar una decisión moral que podría tener consecuencias devastadoras. La película se pregunta sobre la naturaleza de la justicia, la lealtad, el sacrificio y, sobre todo, el precio que estamos dispuestos a pagar por sobrevivir. “Simetría” no ofrece respuestas fáciles; al contrario, nos deja con preguntas inquietantes y una sensación persistente de incomodidad. La película termina con una nota ambigua, que invita a la reflexión sobre la validez de la supervivencia a cualquier costo. Es una experiencia cinematográfica que exige elocuencia y que, en última instancia, compensa con creces el ritmo lento.

Nota: 8.5/10