Simplemente negocios (1991)

‘Simplemente negocios’ es un drama corporativo que, a primera vista, parece una mera comedia de enredos con elementos de crítica social. Sin embargo, tras un análisis más profundo, se revela una película interesante que, si bien no es la obra maestra de sus creadores, logra plantear preguntas relevantes sobre la ambición, las relaciones interpersonales y las consecuencias de la lucha por el ascenso. La película se centra en Bobby (Kevin Freeman), un joven empleado de una importante empresa de contabilidad, cuya vida se ve salpicada por la complicada relación con Waymon (James Earl Jones), su mejor amigo, quien pertenece a una minoría étnica dentro de la organización. Esta dinámica, la de un "blanco" que busca ayudar a un "negro" para acceder a un puesto deseado, es el motor de la trama principal.

La dirección de Don Peterman es competente, pero se ve a veces limitada por la propia historia. Hay momentos en los que la película podría haber profundizado más en la atmósfera de la empresa, mostrándonos el lado más oscuro de la competitividad y la presión que experimentan los empleados. La película se apoya fuertemente en el desarrollo de la tensión entre Bobby y Waymon, y en gran medida, el éxito de la película reside en la química que logra establecerse entre Freeman y Jones. Jones, en particular, ofrece una actuación conmovedora y llena de matices, transmitiendo la frustración y el deseo de Waymon de ser reconocido y valorado por sus habilidades, a pesar de las barreras raciales implícitas. Freeman, por su parte, juega un papel más convencional, pero es capaz de transmitir la inseguridad y la vulnerabilidad de Bobby, un hombre que lucha por encontrar su lugar en un mundo a menudo implacable.

El guion es, sin duda, el punto más débil de la película. Si bien la premisa es interesante, la ejecución resulta a veces previsible y carente de originalidad. Los diálogos, en general, son decentes, pero a menudo se sienten forzados y poco naturales, especialmente en las escenas de confrontación. El desarrollo de los personajes secundarios es superficial y las subtramas, como el romance entre Bobby y Natalie, no llegan a florecer plenamente. La película toca temas importantes, como el racismo sistémico y la desigualdad social, pero lo hace con una cierta distancia, casi como si fuera un ejercicio de crítica social en lugar de una exploración genuina de la experiencia de los personajes.

A pesar de sus defectos, ‘Simplemente negocios’ logra mantenerse interesante hasta el final. La película ofrece una mirada a la vida de las grandes corporaciones y a la lucha por el éxito, y plantea preguntas importantes sobre la ética y la moralidad en el mundo laboral. Es una película que, aunque no sea una joya cinematográfica, vale la pena ver por las actuaciones sólidas de James Earl Jones y Kevin Freeman, y por su capacidad para generar reflexión sobre temas relevantes. Si buscas una comedia con un toque social, esta película cumple su cometido, aunque sin llegar a ser un gran impacto.

Nota: 6.5/10