Sinister 2 (2015)

“Sinister 2” no es, estrictamente hablando, una mejora sobre su predecesora. Lejos de eso, puede considerarse, en muchos aspectos, una derivación, un ejercicio de tensión y repetición que se aferra a la fórmula que funcionó en la primera entrega, pero sin aportar demasiada innovación. La película, bajo la dirección de Ciarán Foy, se sumerge de nuevo en la atmósfera opresiva y perturbadora que caracterizó el original, y aunque logra recrear un ambiente de constante temor y paranoia, termina resultando predecible y, en algunos momentos, excesivamente lenta.

La trama, centrada en la familia Lambert - una madre, Maggie, y sus dos hijos mellizos, Luke y Toby – que se ven obligados a mudarse a la casa donde ocurrieron los crímenes, es funcional, pero carece de profundidad. La premisa es interesante: la desaparición de Mr. Boggie, el fanático de los muñecos asesinos que causó el horror original, y su regreso para aterrorizar a uno de los mellizos, genera una tensión palpable, pero la ejecución no siempre es la más efectiva. La película se basa mucho en el suspense psicológico y en los flashbacks, creando una sensación de incomodidad constante, pero a veces se pierde en recajes alargados que desaceleran el ritmo y disminuyen el impacto de la trama principal. Foy sabe jugar con la cámara y la iluminación para generar el miedo, utilizando ángulos inusuales y sombras que intensifican la sensación de amenaza, aunque a veces estos recursos se vuelven redundantes.

Las actuaciones son sólidas. Elizabeth Olsen, como Maggie, entrega una interpretación convincente como una madre desgarrada por la pérdida y atormentada por la posibilidad de que su hijo esté siendo manipulado por una fuerza maligna. Su actuación transmite la desesperación y el miedo de manera creíble. El dúo de mellizos, interpretados por Robert Bailey Jr. y Tate Baker, son especialmente notables. Logran capturar la vulnerabilidad y el miedo infantil de manera auténtica, y sus interacciones, a menudo tensas y llenas de inseguridad, son cruciales para el desarrollo de la historia. La presencia de Bruce Greenwood, que regresa como el clérigo Padre Sullivan, aporta un matiz de religiosidad y esperanza, aunque su personaje a veces se siente algo relegado a un papel secundario.

Sin embargo, la película se estanca en la repetición de elementos que ya funcionaron en la primera entrega. El uso de muñecos, la música inquietante y la atmósfera de terror psicológico son efectivos, pero la trama carece de originalidad y se basa demasiado en flashbacks que, a pesar de ser visualmente impactantes, no profundizan en los misterios que plantea. La película intenta explorar las consecuencias psicológicas del trauma, pero estas exploraciones se siente superficiales y fáciles de resolver. En última instancia, "Sinister 2" es una película que se beneficia de la familiaridad de la franquicia, pero que no logra consolidarse como una obra de terror memorable.

Nota: 6/10