Sinónimos (2019)

“Sinónimos” de Nadav Lapid no es una película que te seduce al principio. Llama la atención por su particular propuesta: un joven israelí, Yoav, que llega a París con un único objetivo: eliminar su nacionalidad y convertirse en francés. La premisa, por sí sola, ya es provocadora y, en cierto modo, inquietante. Pero la película, a medida que avanza, se revela como una reflexión profunda sobre la identidad, la alienación y la dificultad de construir una nueva vida cuando se carga el peso de un pasado que se intenta enterrar.

La dirección de Lapid es precisa y controlada, pero sin caer en la rigidez. La película se desarrolla con una lentitud deliberada, un ritmo que refleja la búsqueda lenta y tortuosa de Yoav. No se apresura a mostrar los resultados de su plan, sino que se centra en el proceso, en la incomodidad, en la sensación de ser un extraño en un país que aparentemente no quiere nada contigo. Lapid evita la melodramatización, optando por un estilo visual sobrio y elegante, que enfatiza el aislamiento del protagonista. La ambientación parisina es, en su mayoría, desoladora: calles grises, cafés impersonales, una ciudad que puede ser bella, pero que a la vez genera una sensación de anonimato y despersonalización.

La actuación de Lior Yarom como Yoav es magistral. Yarom no se limita a interpretar un personaje distante y reservado; nos transmite una vulnerabilidad palpable, una desesperación silenciosa. La expresión de su rostro, el lenguaje corporal, la forma en que se mueve, revelan toda una historia de rechazo y frustración. El resto del reparto complementa a la perfección, aportando toques de humor negro y, en algunos casos, de una inquietante normalidad que contrasta con la situación del protagonista.

El guion es la verdadera joya de “Sinónimos”. Lapid no solo explora la idea de la identidad, sino que también se adentra en la complejidad de las relaciones humanas. La pareja francesa con la que Yoav se relaciona, aunque con sus propias motivaciones, aporta un elemento inesperado a la trama. Las "ayudas" que les ofrecen son, en realidad, intentos de integrar a Yoav en la sociedad francesa, pero a la vez, lo anclan aún más a su pasado. El guion plantea preguntas incómodas sobre la autenticidad, la hipocresía y la dificultad de escapar de nuestras raíces, incluso si lo intentamos desesperadamente.

La película, aunque a veces un poco lenta, es una experiencia cinematográfica estimulante y provocadora. No ofrece respuestas fáciles, sino que invita a la reflexión. Es una película que te queda en la mente, que te hace cuestionar tus propias identidades y tus relaciones con el mundo que te rodea. Unánime en su falta de espectacularidad, compensa con una inteligencia y una honestidad de mirada notables.

Nota: 8/10