“Sin-ui Hansu (The Divine Move)” es, en esencia, un relato de venganza ambientado en el mundo de alto rendimiento del Baduk, el juego de mesa coreano que exige una concentración y estrategia asombrosas. Más allá de la trama de asesinato y la búsqueda de justicia, la película es una meditación profunda sobre la naturaleza del honor, la memoria, y la carga del pasado. El director Kim Yang, conocido por su trabajo en la serie “Mr. Sunshine,” regresa con una película que, aunque no posee la grandilocuencia de su predecesora, ofrece un retrato estilísticamente refinado y emocionalmente resonante de un hombre consumido por la culpa y la necesidad de expiar un crimen que aún no ha cometido.
La dirección de Kim Yang es notable por su atención al detalle y su habilidad para crear una atmósfera de tensión palpable. No recurre a la acción desbordante, sino que se centra en los micro-momentos de la confrontación, los silencios incómodos y las miradas cargadas de significado. El uso de la luz y la sombra es particularmente efectivo, subrayando la dualidad de personajes y la oscuridad que acecha en el corazón de Tae Seok. El montaje, a menudo pausado, permite que la introspección del protagonista se filtre en la audiencia, creando una experiencia cinematográfica que va más allá del simple entretenimiento.
La actuación de Lee Hyem-jeong como Hansu, la anciana y enigmática maestra de Baduk que se convierte en la principal consejera de Tae Seok, es magistral. No se trata de una actuación grandilocuente, sino de una transmisión sutil pero poderosa de una sabiduría ancestral y una comprensión profunda del juego y de la naturaleza humana. Su presencia, aunque limitada, es fundamental para el desarrollo de la trama y para la revelación de los traumas de Tae Seok. Park Hae-jun, como el protagonista, ofrece una interpretación contemplativa y profundamente conmovedora. Su interpretación de Tae Seok no se limita a la venganza; mostramos un hombre atrapado en un ciclo de dolor y remordimiento, cuya búsqueda de justicia se convierte en una búsqueda de redención personal. Su caracterización, a pesar de la complejidad del personaje, evita caer en estereotipos y nos permite empatizar con su sufrimiento.
El guion, aunque a veces podría beneficiarse de un ritmo ligeramente más ágil, es inteligente y construye una narrativa no lineal que invita a la reflexión. La historia de Tae Seok se va revelando a través de flashbacks y sueños, creando una sensación de fragmentación que refleja el estado mental del protagonista. La película explora las implicaciones morales de la venganza, cuestionando la idea de que el castigo debe ser igual al crimen y sugiriendo que la verdadera justicia reside en la superación del pasado y en la búsqueda de la paz interior. La estructura narrativa, aunque compleja, se integra perfectamente con la atmósfera melancólica y la reflexión filosófica que impregna la película. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que se centra en la ambigüedad y en las consecuencias inevitables de las acciones humanas.
Nota: 7/10