Skyline (2010)

“Skyline” es una película que se mueve en una franja muy particular del terror, una que no busca sustos repentinos ni gore exagerado, sino más bien, una atmósfera de inquietud constante y una sensación de desesperación implacable. La premisa, aunque sencilla en su base, funciona sorprendentemente bien en la narrativa visual y la construcción de tensión que la película ofrece. La historia de Jarrod y Elaine, atrapados en el ático de Terry, observando el descenso de la humanidad a un destino desconocido bajo el implacable ataque de entidades extraterrestres, es un punto de partida efectivo que se convierte en el motor de una experiencia cinematográfica absorbente, aunque no exenta de fallas.

La dirección de James Torrai logra crear una sensación de claustrofobia palpable, aunque gran parte de la acción se desarrolla en las vistas amplias de la ciudad de Los Ángeles. El uso de la cámara y la puesta en escena son efectivos para transmitir la inmensidad del caos que se desata. Los planos secuencia, especialmente los que muestran la propagación del ataque y la evacuación generalizada, son particularmente impactantes y contribuyen a la sensación de desorientación y pánico que permea la película. No obstante, la dirección peca de cierta previsibilidad en algunos momentos, utilizando recursos visuales que ya han sido empleados en otras producciones del género, restando un poco de frescura a la experiencia.

En cuanto a las actuaciones, la pareja principal, Jason Bell y Amy Acker, cumplen su papel con dignidad. Ambos logran transmitir el miedo, la desesperación y la determinación de sobrevivir. La química entre los dos actores es notable y contribuye a la verosimilitud de sus reacciones. Los papeles secundarios, aunque no tan desarrollados, también cuentan con actores talentosos que ofrecen un buen servicio a la causa. Sin embargo, es importante reconocer que la película no ofrece personajes particularmente memorables, y su desarrollo es limitado, lo cual es un problema recurrente en películas de bajo presupuesto.

El guion, probablemente el aspecto más débil de “Skyline”, se basa en tropos del género de ciencia ficción y terror, pero lo hace de forma competente. El ritmo es adecuado, construyendo la tensión gradualmente hasta el clímax. No obstante, el guion presenta algunos agujeros argumentales y diálogos que resultan un poco forzados. La explicación del origen de las entidades extraterrestres es predecible y carente de profundidad. Lo que sí funciona bien es la presentación de las criaturas, que son visualmente impactantes y generan un miedo visceral, gracias a los efectos especiales, que, a pesar de no ser los más avanzados, logran transmitir una sensación de amenaza real. La idea de que las criaturas varían enormemente en su apariencia – desde tanques hasta zánganos – es una buena estrategia para mantener al espectador al borde del asiento.

En definitiva, “Skyline” no es una obra maestra del cine de terror, pero sí una película entretenida que logra generar una atmósfera de terror psicológico y un buen nivel de tensión. Es un producto decente que, si bien no destaca por su originalidad o profundidad, ofrece una experiencia visualmente satisfactoria y un buen ejemplo de cómo se puede trabajar el suspense y la inquietud en un contexto de invasión extraterrestre.

Nota: 6/10