“Smallfoot” es una película animada que, a primera vista, podría parecer una simple aventura infantil. Sin embargo, bajo su apariencia juguetona y llena de color, se esconde una reflexión sorprendentemente profunda sobre la ignorancia, la curiosidad y el miedo a lo desconocido. La película, producida por Blue Sky Studios, no solo apuesta por el entretenimiento familiar, sino que también se atreve a subvertir un mito universal – el de Bigfoot – y lo utiliza como un catalizador para explorar temas mucho más amplios.
La historia se centra en Soren, un Yeti joven, inteligente y con una sed insaciable de conocimiento. Su curiosidad lo lleva a descubrir a Mabela, una humana que ha caído en su territorio. Este encuentro no es solo un momento de sorpresa, sino el detonante de una serie de eventos que sacuden la vida de la comunidad yeti, acostumbrada a su aislamiento y a sus creencias ancestrales. La película logra un equilibrio notable entre la comedia, las escenas de acción y los momentos emotivos, logrando mantener el interés del espectador desde el principio hasta el final.
La dirección de Kris Bush y Søren Nørløf es impecable. El uso del color y la composición de los planos son particularmente llamativos, creando un mundo de yeti visualmente rico y convincente. Se nota la cuidada atención al detalle en la recreación de su cultura, sus rituales y su modo de vida. La banda sonora, compuesta por John Powell, es melódica y emotiva, complementando perfectamente la acción en pantalla y contribuyendo a la atmósfera de la película. Sin embargo, la película no rehúye de las escenas de acción, que, a pesar de ser sencillas, se ejecutan con dinamismo y eficacia.
En cuanto a las actuaciones de los personajes, Simón Russell Becker como Soren y Zander Zoutman como Úrsula (su mejor amiga) aportan una gran dosis de ternura e ingenio. Clifton Collins Jr., en el papel del señor Bigwig, un yeti sabio y respetado, ofrece una interpretación sólida y conmovedora. Pero quizás el mayor logro reside en la caracterización del personaje de Mabela, interpretada por Kaye Adams, que aporta una visión realista y humana de la experiencia de un ser humano en un mundo desconocido. La película, de manera inteligente, no la idealiza ni la demoniza, sino que explora sus emociones y sus miedos de forma auténtica.
El guion, a pesar de tener algunos momentos predecibles, destaca por su originalidad y por su mensaje subyacente. La película nos invita a cuestionar nuestras propias creencias, a romper con los prejuicios y a abrazar la posibilidad de lo desconocido. No se trata de una simple fábula para niños; es una historia sobre la importancia de la tolerancia, la diversidad y la valentía de cuestionar el status quo. La película logra generar una reflexión sobre lo que significa pertenecer a un grupo y el impacto de la ignorancia en la sociedad. Es, en definitiva, una película que cumple su cometido de entretener, pero que también provoca una reflexión más profunda.
Nota: 7.8/10