Smilin' Through (1941)

“Smilin’ Through” es, en esencia, una lenta y meditada exploración de la culpa, el dolor persistente y la dificultad de romper los ciclos de trauma familiar. La película, dirigida con una maestría visual por Christopher Clark, no busca los espectáculos grandilocuentes del drama, sino que se concentra en la atmósfera opresiva que envuelve a John Carteret, interpretado con una fragilidad conmovedora por Robin Wright. Wright, conocida por su capacidad para transmitir emociones sutiles, eleva la interpretación a un nivel superior, mostrando el deterioro gradual de su personaje, su retraimiento y su creciente paranoia de forma muy creíble. Su vulnerabilidad es palpable, y nos conecta inmediatamente con su dolor sin necesidad de explicaciones directas.

La película no se entrega fácilmente a su público. El ritmo pausado, por si acaso, podría desanimar a los espectadores acostumbrados a la acción constante. Sin embargo, esta lentitud es fundamental para la construcción del mundo y la progresión del personaje. La dirección de fotografía, con predominio de colores apagados y escenas filmadas en interiores, refleja el estado emocional de John. Hay una belleza melancólica en la forma en que Clark utiliza la luz y la sombra para simbolizar la oscuridad que lo consume. La banda sonora, discreta pero efectiva, complementa perfectamente la atmósfera sombría.

El guion, aunque a veces podría ser más incisivo, se beneficia enormemente de la actuación de Wright. La relación entre John y Kathleen (interpretada por una brillante, y sorprendentemente madura, Freya Allan) es el corazón de la película. La actuación de Allan es particularmente destacable, capturando la inocencia y la curiosidad de una niña que, sin saberlo, se encuentra atrapada en un complejo drama familiar. La trama se desarrolla de forma orgánica, revelando la verdad sobre la muerte de Moonyean y la identidad de Kenneth Wayne con un suspense constante pero natural. El personaje de Jeremy (interpretado por Josh Hollander), el padre de Kenneth, es presentado con una ambigüedad que evita juicios fáciles; su motivación y su relación con Moonyean son exploradas con cautela, lo que añade profundidad a la narrativa.

La película no rehúye de temas difíciles como el abuso, la violencia doméstica y el impacto duradero del trauma. Sin embargo, lo hace de una manera respetuosa y reflexiva, evitando caer en el melodrama. En lugar de ofrecer respuestas fáciles, “Smilin’ Through” presenta preguntas incómodas sobre la naturaleza del perdón, la responsabilidad y la posibilidad de romper con el pasado. Es una película que te obliga a mirar a la cara el dolor y a confrontar la complejidad de las relaciones humanas. El final, aunque ambiguo, es satisfactorio en su honestidad y ofrece una pequeña chispa de esperanza en medio de la oscuridad. Es una obra que perdura en la mente después de verla, invitando a la reflexión sobre el peso del pasado y la lucha por encontrar la felicidad.

Nota: 7/10